Imagina que el refrigerador de la tienda local, junto con las bebidas frías y carnes conservadas , muestre un nuevo tipo de producto: hígados, riñones y córneas humanas.
Por macabro que parezca, así es como Arthur Waldron, historiador chino de la Universidad de Pensilvania, describe lo que el régimen comunista chino está haciendo hoy en día: está matando a prisioneros de conciencia para vender sus órganos en el mercado de trasplantes.
«Están (…) comprometidos en un comercio muy siniestro, que es el comercio de cuerpos de ciudadanos chinos asesinados», dijo Waldron a The Epoch Times en una entrevista de 2019.
“La mayoría de los occidentales no son conscientes de esto en absoluto”.
El profesor es ahora un especialista en lo que trata a esta espeluznante práctica después de pasar un año entre 2018 y 2019 investigando sobre el tema como miembro de un panel independiente, conocido como el Tribunal de China. El panel estaba compuesto por otros seis miembros con experiencia en derecho internacional, medicina, negocios y relaciones internacionales.
Tras examinar el testimonio de más de 50 testigos en dos audiencias celebradas en Londres y de grandes cantidades de pruebas escritas y en vídeo, en junio de 2019 el tribunal llegó a la conclusión, más allá de toda duda razonable, de que en China «se ha practicado durante un período considerable la extracción forzada de órganos a presos de conciencia, lo que ha supuesto un número muy importante de víctimas».
El fallo final del tribunal, un informe de 160 páginas (pdf), se publicó el 1 de marzo.
«Hay un cierto tipo de maldad que pasa solo por causas humanas [sociales]. La maldad detrás de la extracción de órganos, eso es otra cosa», dijo Waldron.
El tribunal encontró que los órganos fueron obtenidos principalmente de practicantes de Falun Dafa encarcelados. Los practicantes de la disciplina espiritual Falun Dafa son objeto de una intensa persecución por parte del régimen chino desde 1999, una campaña que incluye detenciones arbitrarias, trabajos forzados, lavado de cerebro, tortura e incluso la muerte.
El tribunal con sede en Londres fue presidido por Sir Geoffrey Nice QC, quien anteriormente dirigió el procesamiento del expresidente yugoslavo Slobodan Milosevic en el Tribunal Penal Internacional.
Hace dos años, el grupo de ética en materia de trasplantes y el ente organizador que inició el tribunal, la Coalición Internacional para Terminar con el Abuso de los Trasplantes en China, pidieron a Waldron que fuera el especialista de China para integrar el panel.
En 2006, The Epoch Times informó por primera vez sobre las afirmaciones de los denunciantes de que el régimen chino estaba matando a prisioneros de conciencia por sus órganos.
El régimen ha negado sistemáticamente esas denuncias, diciendo que desde 2015 todos los trasplantes de órganos han procedido de donantes voluntarios. Antes de eso, el régimen afirmaba que los órganos para las cirugías de transplante provenían de prisioneros ejecutados.
Evidencia desgarradora
El tribunal, en dos audiencias públicas celebradas en diciembre de 2018 y abril de 2019, escuchó las pruebas de investigadores, profesionales médicos, periodistas y supervivientes del sistema de detención de China.
Entre los supervivientes que testificaron se encontraban practicantes de Falun Dafa encarcelados por su fe y musulmanes uigures detenidos en el marco de la supuesta campaña del régimen chino contra el «extremismo» en la región noroccidental de Xinjiang.
Todos ellos compartieron relatos gráficos de torturas y abusos durante su detención. Un practicante de Falun Dafa, Yu Ming, relató cómo la policía le colocaba libros en el pecho y la espalda y luego usaba martillos para golpearlo, causando heridas internas en lugar de las que pueden aparecer en la superficie.
Una superviviente uigur, Mihrigul Tursun, dijo al tribunal que fue atada a una silla con un casco puesto en la cabeza y electrocutada.
Además de la tortura, estos testigos hablaron de manera uniforme de que les hacían regularmente análisis de sangre y recibieron otros exámenes médicos mientras estaban encarcelados.
Estos exámenes estaban relacionados con pruebas sobre el estado de los órganos, dijo Nice en Londres en junio de 2019 al entregar las conclusiones del tribunal. Los prisioneros que no eran practicantes de Falun Dafa no eran examinados, y los resultados médicos nunca se presentaban a los internos.
El tribunal también tuvo el testimonio personal del excirujano Enver Tohti sobre una extracción de órganos, a quien en 1995 se le ordenó extraer el hígado y los riñones de un prisionero vivo en la ciudad de Urumqi, Xinjiang. El prisionero condenado a muerte había recibido un disparo en el lado derecho de su pecho pero aún estaba vivo.
«Lo que recuerdo es que, con mi bisturí, traté de cortar su piel, [y] se podía ver sangre. Eso indica que el corazón todavía estaba latiendo (…) Al mismo tiempo, intentaba resistirse a mi inserción, pero estaba demasiado débil», dijo Tohti durante las audiencias del tribunal en diciembre de 2018.
Estar inmerso en este tipo de evidencias tuvo su consecuencia en Waldron, quien dijo que «después de un día de escuchar a estos testigos, regresabas a tu habitación de hotel y simplemente colapsabas».
«Escuchar a esta gente hablar, hará que se te revuelva tú estómago. Quiero decir que te dará náuseas», añadió.
«Y cuando te das cuenta de que no es una película loca de Hollywood que fue inventada por algunos directores enfermos de Hollywood, sino que esto [la sustracción de órganos] es algo que realmente está sucediendo (…) es mucho pedir que te aguantes psicológicamente».
Los testimonios de los testigos y las llamadas telefónicas encubiertas realizadas por investigadores a médicos chinos revelaron que los médicos y los hospitales de China prometieron plazos «extraordinariamente breves» para los trasplantes de órganos, de tan solo dos semanas. Esos breves tiempos de espera son «completamente imposibles» en los típicos sistemas de donación de órganos, dijo Nice en junio de 2019.
Los datos estadísticos basados en las investigaciones de especialistas independientes describieron un panorama sobre la inquietante escala de esta aberrante práctica en China. En 2016, un informe exhaustivo encontró una enorme discrepancia entre las cifras oficiales de trasplantes de China y el número de trasplantes realizados en los hospitales del gigante asiático.
El informe fue realizado por Ethan Gutmann, analista e investigador de China; David Kilgour, exsecretario de Estado de Canadá (Asia y el Pacífico); y David Matas, abogado canadiense especializado en derechos humanos. Los tres habían pasado más de una década investigando sobre esta cuestión.
«Estas personas han hecho una investigación muy, muy exhaustiva», dijo Waldron sobre los tres investigadores.
Analizando los registros públicos de 712 hospitales chinos que realizan trasplantes de hígado y riñón, el informe mostró que se realizaban aproximadamente 60.000 a 100.000 trasplantes cada año, superando con creces la cifra oficialmente comunicada de 10.000 a 20.000 por año.
La sustracción de órganos, dijo Waldron, se ha convertido en algo extremadamente lucrativo para los hospitales con pocos recursos en China. Los hospitales con grandes unidades de trasplante, que cobran decenas de miles de dólares por cada operación, pueden generar importantes ingresos.
«Así que hay un incentivo financiero para aumentar la escala de este negocio», dijo.
«Esta es una industria con miles de personas involucradas, produciendo grandes cantidades de dinero, y ayudando a mantener los hospitales a flote, así como ayudando a hacer a ciertas personas muy, muy ricas», añadió Waldron.
Ninguna evidencia a favor o en contra fue descartada
Waldron dijo que el tribunal hizo grandes esfuerzos para obtener todas las evidencias pertinentes, incluidas pruebas que pudieran demostrar lo contrario, relacionadas con la extracción de órganos.
«Se recogió cada trozo de evidencia concebible», dijo.
Señaló que el tribunal pidió a la embajada china en Londres y a los funcionarios de salud de China que aportaran pruebas contrarias, pero no se presentó ningún testigo adverso.
La investigación, dirigida por dos juristas experimentados, Nice y Hamid Sabi, abogado y asesor del tribunal con sede en Londres, se llevó a cabo de manera «absolutamente profesional», dijo Waldron, y añadió que «no fue un tiempo de aficionados».
Los panelistas examinaron a fondo cada pieza de evidencia.
«A pesar de que algunos de nosotros teníamos conocimiento previo (…) nos acercamos diciendo que la evidencia es todo lo que cuenta (…) desde el punto de vista forense usando los más rigurosos estándares legales», dijo.
«Y entonces una vez que tienes suficiente evidencia, empiezas a discutir lo que significa».
En respuesta a aquellos que todavía pueden discutir la existencia de la sustracción forzada de órganos en China, Waldron tiene el siguiente mensaje: «Por favor, háganme el favor de leer [los informes previos sobre la sustracción de órganos] (…) y el informe final del tribunal.
«Quiero que vuelvan con errores y equivocaciones. Quiero que los errores sean marcados con un círculo y que me digan qué prueba está equivocada», dijo.
Pasando a un primer plano
Waldron cree que el fallo del tribunal desencadenará una discusión más amplia sobre este tema, que antes estaba oculto, y un eventual cambio en las políticas públicas.
«Esto se generalizará», dijo.
Ya había notado que esta asunto se planteaba más a menudo en conversaciones casuales.
«Hace un año no les hubiera oído hablar de la sustracción de órganos», dijo Waldron.
El tema ha encontrado incluso su camino en la cultura popular. Un episodio de octubre de 2019 en el programa de dibujos animados de South Park que satirizaba las prácticas represivas del régimen chino incluía una escena en la que un personaje se refería a las acusaciones de sustracción de órganos.
Una escena de la película de 2019 «La lavandería» dirigida por Steven Soderbergh también representa gráficamente la sustracción forzada de órganos de los practicantes de Falun Dafa.
Waldron dijo que el asunto se convertirá en una «preocupación mundial», señalando que gobiernos como el de Israel y Taiwán ya han prohibido a sus ciudadanos participar en el turismo de trasplantes.
El pasado mes de septiembre, Sabi presentó las conclusiones del panel al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza.
Sabi dijo que dada la evidencia, el consejo y los estados miembros de las Naciones Unidas tienen ahora la «obligación legal» de abordar la «conducta criminal» de China.
Waldron dijo que dado que el tribunal ha concluido, más allá de toda duda razonable, que el régimen ha cometido crímenes de lesa humanidad contra los practicantes de Falun Dafa y los uigures, el siguiente paso sería que un país inicie acciones contra Beijing en la Corte Penal Internacional.
Aunque el grupo no llegó a la conclusión de que se había cometido un genocidio, señaló que las naciones tienen, no obstante, el deber de investigar si se ha producido el delito.
La creciente presión internacional también obligará al régimen chino a empezar a responder a las preguntas sobre sus prácticas de extracción de órganos, dijo Waldron.
«La gente dirá (…) ‘Me pregunto por qué es que [el régimen] no se defiende. Si todo esto [la extracción de órganos] es perfectamente legítimo, entonces lo más sencillo del mundo debería ser (…) explicar todos los problemas», dijo.
El régimen comunista, dijo el historiador, ha creado en el pasado una elaborado relato falso de la historia china, y ahora se encuentra en una posición de «falsificar otro aspecto de la realidad».
«En un cierto punto, si se falsifica lo suficiente, todo se cae», dijo, añadiendo que el régimen está cerca de llegar a este punto.
Pero, en última instancia, «la verdad saldrá a la luz», dijo.
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