Jefe del Comando Sur de EE.UU. dice que China es una amenaza importante para el hemisferio occidental

Por Frank Fang
16 de julio de 2019 6:13 PM Actualizado: 16 de julio de 2019 6:13 PM

El almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, destacó recientemente las amenazas de China a los intereses de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental durante una audiencia en el Congreso de EE. UU.

“China está ahora dentro de nuestro propio vecindario tratando de desplazar a Estados Unidos como socio preferido y debilitar el compromiso de nuestros socios con el estado de derecho y la democracia”, dijo Faller durante su testimonio en una audiencia el 9 de julio ante la Comisión de las Fuerzas Armadas del Senado de Estados Unidos.

Se refirió a la región de toda América como el vecindario, donde China estuvo “acumulando silenciosamente niveles sin precedentes de influencia y ventaja”, señaló.

China desarrolló especialmente sus intereses en el frente marítimo. Según Faller, las empresas chinas tienen actualmente más de 50 proyectos portuarios activos en la región. Beijing también aumentó su escala portuaria regional en un 70 por ciento en los últimos cinco años.

“En el futuro, China podría utilizar su control de los puertos de aguas profundas en el Hemisferio Occidental para apoyar los despliegues militares mundiales”, advirtió Faller.

Utilizó la situación en Panamá para demostrar su punto de vista. Señaló que Beijing invirtió fuertemente en la infraestructura, seguridad y telecomunicaciones del país, a la vez que ejerce control sobre la infraestructura clave del Canal de Panamá.

En mayo de 2017, el grupo chino Landbridge Group obtuvo el contrato para ampliar el puerto más grande de Panamá, el Puerto de Contenedores de Colón, por un valor aproximado de 1000 millones de dólares. La empresa comenzó la construcción en junio de 2017, según los medios de comunicación estatales chinos.

En julio de 2018, la empresa estatal China Communication Construction y su filial China Harbor Engineering ganaron la licitación para construir un nuevo puente sobre el Canal de Panamá, un contrato por valor de 1420 millones de dólares.

En términos de compromiso económico, 19 países de la región se adhirieron a la iniciativa china “La Franja y La Ruta” (OBOR por sus siglas en inglés), según Faller. A cambio, Beijing prometió al menos 150.000 millones de dólares en préstamos para esos países, dijo.

Beijing anunció por primera vez en 2013 el proyecto OBOR, una iniciativa de política exterior destinada a aumentar la influencia geopolítica a través de redes comerciales e inversiones por valor de miles de millones de dólares en países de Asia, Europa, África y Latinoamérica. Sin embargo, la política fue criticada por poner a las naciones en desarrollo en una trampa de deuda.

“Beijing está traduciendo este peso económico en influencia política”, recalcó Faller.

Las empresas tecnológicas chinas Huawei y ZTE también han “penetrado agresivamente” en la región, con proyectos comerciales y de telecomunicaciones gubernamentales en 16 países, según Faller.

“Si los gobiernos de América Latina y el Caribe continúan gravitando hacia el uso de sistemas de información chinos, es probable que nuestra capacidad y disposición para compartir información a través de redes comprometidas se vea afectada”, advirtió Faller.

También criticó a China por financiar el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. El país se encuentra actualmente en una crisis socioeconómica marcada por la escasez de alimentos y la hiperinflación tras más de dos décadas de políticas socialistas. La crisis llevó a Juan Guaidó, líder de la Asamblea Nacional de Venezuela, controlada por la oposición, a jurar como presidente encargado el 23 de enero.

“China es el mayor acreedor individual del régimen de Maduro, cargando al pueblo venezolano con más de 60.000 millones de dólares en deuda y proporcionando arterias vitales financieras que han ayudado a mantener a Maduro en el poder”, dijo Faller.

En abril, el secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo, también criticó a Maduro, diciendo que utilizó dinero chino para “pagar a los amigotes, aplastar a los activistas pro-democracia y financiar programas sociales ineficaces”.

 

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