Cuando tenía poco más de 20 años, mi novio, Bart, y yo estábamos conduciendo en una autopista cerca del centro de Atlanta cuando se nos pinchó una llanta. Inmediatamente entré en pánico, esto fue mucho tiempo antes de que todos tuviéramos teléfonos celulares. Me preocupaba que nos quedáramos varados durante horas, que tuviera que caminar sola para conseguir ayuda o quedarme sola con el coche, que nuestro día entero se arruinara por este problema con el automóvil.
Cuando Bart se detuvo a un lado de la carretera, compartí mis numerosas preocupaciones. Me miró curioso y me dijo: «Sólo voy a cambiar el neumático, me llevará un par de minutos». Cambió el neumático, y pronto estábamos en camino.
Esta historia ilustra un principio importante: a algunas personas les resulta más fácil adoptar una actitud positiva que a otras, lo que influye en la forma en que responden a los reveses de la vida. Mientras que yo veía el pinchazo como un problema mayor, mi novio lo veía como un inconveniente menor. Su mentalidad más positiva lo mantuvo calmado y le permitió tomar las medidas adecuadas. Mi punto de vista más pesimista simplemente me llevó a sufrir y a sentirme impotente.
Esta diferencia en cómo percibimos y respondemos a los eventos y desafíos en nuestras vidas es importante para nuestra felicidad y salud. Cuando tenemos una mentalidad más optimista, somos más capaces de amortiguar los efectos de los factores estresantes comunes de la vida diaria y aún así sentirnos felices. Y, como encontró un estudio, el optimismo es saludable para nosotros: las personas entre 40 y 90 años de edad tendían a vivir más tiempo si eran más optimistas, incluso teniendo en cuenta otros factores como su dieta, el consumo de tabaco y alcohol, la depresión y los problemas de salud.
Pero aquí están las buenas noticias para aquellos de nosotros que tenemos problemas para encontrar el lado positivo: nuestras mentalidades pueden cambiar. Podemos cambiar nuestra actitud en una dirección más optimista, sin importar nuestra inclinación natural, con tiempo, energía y esfuerzo. Aquí hay cinco estrategias basadas en la investigación para hacer eso.
1. Transforma los factores estresantes
El estrés es inevitable. Todos experimentamos problemas diarios, como largas filas, compañeros de trabajo irritantes e interminables listas de cosas por hacer. Aunque no podemos eliminar todo el estrés, podemos elegir cómo pensar sobre los desafíos que enfrentamos y adoptar una nueva y más positiva mentalidad en torno a ellos.
Por supuesto, algunas personas optimistas parecen hacer esto naturalmente. (¡Tienen suerte!) Pasan por la vida fácilmente viendo lo positivo en momentos incómodos y en malos eventos, lo que ayuda a proteger tu estado de ánimo. Si el cambio positivo no te resulta natural, comienza por concentrarte en lo bueno de los factores estresantes de tu vida diaria en lugar de enfocarse en lo malo de ellos. Por ejemplo, si estás atrapado en un embotellamiento, tómate tu tiempo para mirar por la ventana a la naturaleza y concentrarte en su belleza.
Aquí hay algunos ejemplos de cómo puedes transformar un contratiempo en algo positivo:
¿Atrapado en un aeropuerto? Considera el tiempo libre inesperado para llamar a un amigo o leer un buen libro. ¿No te tomaron en cuenta para un ascenso? Esto podría significar que es el momento perfecto para pulir tu currículum vitae o explorar otras opciones, quizás aún más satisfactorias para tu carrera profesional.
¿No tienes planes para Nochebuena? Disfruta completamente el hecho de acurrucarte frente al televisor y ver las festividades cómodamente, o tal vez consideres el hecho de comenzar temprano con la resolución de Año Nuevo de limpiar tu armario desbordado.
No podemos controlar lo que la vida nos da, pero todos podemos poner en practica el replantear eventos difíciles como desafíos para aligerar, en lugar de considerarlos como calamidades.
2. Practica la autocompasión
Algunas personas tienden a lastimarse a sí mismas cuando las cosas no salen como quieren, lo que, como es lógico, no les hace sentir mejor. Para cambiar nuestra mentalidad en una dirección más positiva, podemos simplemente darnos un respiro y tratarnos a nosotros mismos con amabilidad, de la misma manera que trataríamos a un amigo cercano que está pasando por un momento difícil.
Las personas que practican la autocompasión son menos propensas a culparse a sí mismas cuando suceden cosas malas, lo cual funciona a su favor: están menos ansiosos y deprimidos y, en general, se sienten más felices y optimistas sobre el futuro. Por ejemplo, los estudiantes universitarios de primer año que tienen más autocompasión durante esta difícil transición de la vida están más comprometidos y motivados en la vida universitaria, tal vez porque se sienten más capaces de manejar los desafíos que presenta la universidad y más conectados con otras personas en sus vidas.
Así que, cuando pasen cosas malas, no seas tan duro contigo mismo. Perdónate, sé amable contigo mismo y trátate con cuidado y compasión.
3. Déjalo ir
Además de culparse a sí mismos por los desastres, la gente también puede caer en la trampa de quebrarse la cabeza sobre los malos acontecimientos mucho después de haberlos vivido. En lugar de aceptar lo que ha sucedido y seguir adelante, se quedan atascados en sus sentimientos negativos: luego, para empeorar las cosas, se molestan consigo mismos por sentirse mal.
Las personas que se critican a sí mismas por tener pensamientos y sentimientos negativos tienen niveles más altos de depresión y ansiedad, así como niveles más bajos de bienestar psicológico y satisfacción en la vida. Esto es porque cuando te culpas por tus sentimientos, se crea un círculo vicioso, en el que el pensar conduce a malos sentimientos que dirigen a una mayor rumiación.
Si te encuentras reflexionando sobre una pelea con un amigo, una situación difícil en el trabajo, o el estado actual de la política estadounidense, prueba un nuevo enfoque: identifica y deja de resistirte a estos pensamientos y sentimientos negativos. Por ejemplo, podrías pensar: «Me siento solo», o «mi trabajo no va bien», o «estoy frustrado ahora mismo por nuestro gobierno». Nombrar y aceptar tus emociones del mismo modo que tus pensamientos negativos te ayudará a no aferrarte a ellos tan fuertemente y así despejar el camino para una actitud y respuesta más positiva.
4. Evita las comparaciones y practica la gratitud en su lugar
Hay un gran poema de Kurt Vonnegut sobre su conversación con el autor Joseph Heller durante una fiesta organizada por un multimillonario. Cuando Kurt le pregunta a Joseph cómo se siente al saber que este multimillonario gana más dinero en un solo día de lo que Joseph jamás ganará con las ventas de su novela «Catch-22«, Joseph responde que tiene algo que el multimillonario nunca tendrá: el conocimiento de que tiene suficiente.
Este poema ilustra vívidamente lo que corrobora la investigación: La gente feliz no necesita hacer comparaciones sociales. En cambio, practican la gratitud por lo que tienen, (una buena manera de aumentar el optimismo y el bienestar).
Mientras que la gente varía considerablemente en qué tanto se involucra en la comparación social, a los que tenemos una mentalidad más negativa nos cuesta evitarlo, particularmente en las redes sociales. La mayoría de las personas publican sólo las partes buenas de sus vidas (niños exitosos, vacaciones fabulosas, carreras impresionantes) lo que nos puede llevar a creer que nuestras propias vidas no están a la altura.
Esta puede ser la razón por la que los estudiantes universitarios creen que experimentan más eventos negativos (por ejemplo: malas notas) y menos eventos positivos (por ejemplo: fiestas divertidas) a comparación de sus compañeros, lo que los hace sentirse solos e insatisfechos con la vida. En contraste, los estudiantes universitarios animados a practicar la gratitud tomando en cuenta sus bendiciones tienden a ser más felices que sus compañeros.
Si te encuentras en una trampa de comparación, trata de dejar tu hábito de las redes sociales, o al menos cambia tu forma de pensar acerca de las representaciones demasiado positivas que encuentras allí. En lugar de sentirte triste por cómo tu vida no está a la altura de las circunstancias, concéntrate en las cosas muy reales que son buenas en tu vida, por ejemplo, mi hijo no va a ser el mejor en su clase, pero tiene un gran grupo de amigos, mi familia no va a pasar dos semanas en Tahití, pero realmente disfrutamos de nuestro verano en la costa de Jersey.
5. Encuentra un poco de humor (en donde sea)
En prácticamente cualquier situación, es posible encontrar algo de humor, y hacer un esfuerzo para crearlo puede ayudarle a adoptar una mentalidad más positiva más adelante. Recuerdo cuando mi hijo Andrew, un estudiante de primer año de la escuela secundaria, recibió una nota de reprobación (un 58) en su primer trimestre de español. Aunque me preocupaba, él pudo encontrar el humor en ello, insistiendo en que no era una F (muy deficiente o reprobado): ¡era una F-plus! Y la interpretación optimista de Andrew realmente valió la pena: En su graduación de la escuela secundaria, recibió el premio por «Mayor mejoramiento» e, irónicamente, ahora es un estudiante de tercer año de la universidad que se especializa en español.
Encontrar el humor ayuda a las personas a sobrellevar las pequeñas irritaciones de la vida diaria, y es particularmente importante para sobrellevar las circunstancias serias de la vida. Por ejemplo, las personas con fibromialgia (una afección debilitante y crónica caracterizada por un dolor corporal generalizado) que se basaron en sonrisas y carcajadas para lidiar con los pequeños factores estresantes de la vida diaria (como el que un camarero derramara agua sobre ti) reportaron niveles más bajos de angustia psicológica y menos síntomas físicos. Esta capacidad de tomar las cosas con calma reduce el estrés y sus efectos negativos sobre el bienestar físico y psicológico.
Así que, la próxima vez que te encuentres en una situación oscura o difícil, prueba con un poco de humor. Recuerda que esta situación probablemente será una buena anécdota más adelante, y trata de hacer una broma al respecto. Supongamos que eres despedido: imagina la forma más absurda en que podrías pasar tu último día, o el trabajo más ridículo que podrías pretender más adelante, (como ser un entrenador de canguros o un escultor de chicles). Permitirte experimentar el humor puede aliviar la tensión.
He usado estas estrategias en mi propia vida, y aunque mi inclinación natural no es ver el lado positivo, me resulta más fácil todo el tiempo cambiar mi forma de pensar de manera que me haga más feliz. Adoptar este tipo de cosmovisión optimista ha requerido tiempo, energía y esfuerzo, pero realmente ha valido la pena. Este cambio me ha ayudado a sentirme más feliz.
Si este tipo de mentalidad positiva no te viene naturalmente, no te desesperes. Trata de encontrar a alguien que pueda ayudarte a cultivar esta habilidad siendo un modelo a seguir. ¿Recuerdas a mi novio que milagrosamente cambió el neumático? Ahora es mi marido.
Catherine A. Sanderson es Profesora de Ciencias de la vida (Psicología) de la Familia Manwell, en la Universidad de Amherst. Puedes aprender más sobre la investigación de Sanderson, ver sus escritos y escucharla hablar en SandersonSpeaking.com, o seguirla en Instagram en Sanderson Speaking.
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