En la prisión china donde Yu Xinhui fue encarcelado seis años, por sus creencias, una lista secreta llenó de pavor a todos.
Una o dos veces al año, sin previo aviso, autobuses llenos de personas en esa lista solían ser llevados fuera del pabellón de la prisión para nunca regresar.
Él recordó claramente, cuado en 2006, grandes camionetas con ventanas con barrotes de hierro, vehículos de la policía militar y ambulancias blancas aparecieron afuera del edificio de la prisión, mientras la policía militar lo recorría piso por piso.
“No miren. De cara a la pared. Acuéstense en la cama”, gritaban los guardias, recitando nombres de tres que eran de su celda. Esos reclusos, con aspecto afligido, se alejaban rápidamente, dejando atrás todas sus pertenencias.
El Sr. Yu, un seguidor de la práctica de meditación Falun Gong, contra la cual el Partido Comunista Chino (PCCh) ha emprendido una guerra de un cuarto de siglo, para eliminarla de China, conoció a varios compañeros practicantes que desaparecieron de esa manera.
“Nadie sabía cuándo sería el turno de uno”, dijo a The Epoch Times.
En 2006, la sustracción forzada de órganos apenas comenzaba a entrar en la conciencia pública. Ese año, varios denunciantes se presentaron ante The Epoch Times revelando el asesinato masivo de practicantes de Falun Gong en instalaciones médicas chinas, mientras algunos investigadores comenzaban a indagar en modo independiente.
La Cámara de los Estados Unidos toma medidas
Dos décadas después, el 25 de junio, la Cámara de Representantes aprobó el 15 de junio la Ley de Protección de Falun Gong.
“En China, si usted tiene el dinero, no hay lista de espera para obtener un órgano. Hay un suministro listo de estos órganos”, dijo en la Cámara de Representantes el principal patrocinador del proyecto de ley, el representante Scott Perry (R-Pa.), el 25 de junio.
El representante Perry calificó la medida como “una medida largamente esperada, después de 25 años”.
El proyecto de ley fue el primero de una acción legislativa estadounidense para abordar directamente la matanza de practicantes de Falun Gong a pedido. Además de sancionar a cualquiera que directa o indirectamente participe en la sustracción forzada de órganos, conlleva sanciones civiles y penales que podrían condenar a los infractores a penas de prisión de hasta 20 años.
Momentos antes de que el Sr. Perry hablara, su colega demócrata, el representante Greg Stanton (D-Ariz.), evocó el “sufrimiento inimaginable” de las víctimas mientras se manifestaba en apoyo del proyecto de ley.
“Imagínense el terror y la desesperación de aquellos que son encarcelados por sus creencias, solo para que les quiten los órganos por la fuerza”, dijo el Sr. Stanton. “Esto no es solo una estadística ni un tema lejano. Son personas reales, personas con familias, con sueños, que soportan un dolor y un miedo increíbles”, agregó el representante.
Para muchos dentro y fuera de China, la medida parecía ser un momento decisivo.
“Es un precedente legal crucial para proteger los derechos humanos internacionales”, dijo a The Epoch Times Du Wen, quien alguna vez fue asesor de altos funcionarios chinos en asuntos legales en Mongolia Interior. Posteriormente, el Sr. Du estuvo en prisión durante 12 años bajo cargos políticos falsos.
“Si Estados Unidos puede utilizar la ley para mostrar los crímenes del PCCh, es muy probable que otros aliados hagan lo mismo. Esto creará presión internacional sobre el PCCh para que cambie”, dijo el Sr. Du.
Este proyecto de ley envía una señal a cualquiera en China potencialmente involucrado en esta oscura cadena de suministro de órganos, de que el mundo está observando, dijo Yuan Hongbing, un jurista y disidente chino-australiano que todavía mantiene estrechas conexiones dentro del círculo político interno de China.
Las últimas cuatro décadas de profundización de las relaciones entre Estados Unidos y China, ha generado, que la mayoría, si no todos los funcionarios chinos, se están relacionando con Occidente. A medida que el panorama económico y político de China se vuelve cada vez más volátil, muchos de ellos envían a sus hijos y familias al extranjero y transfieren su riqueza fuera del país, en posición de poder refugiarse en Estados Unidos si sobreviene una crisis política contra ellos o el régimen.
Pero la ley, si se convierte en ley, significa que “mientras cometan delitos graves contra los derechos humanos, como la sustracción forzada de órganos, no estarán seguros ni siquiera en Estados Unidos”, dijo el Sr. Yuan a The Epoch Times, añadiendo que puede impulsarlos a pensar en otras salidas, incluso a exponer los detalles de los “crímenes contra la humanidad” del régimen para expiar sus transgresiones.
Ahora depende del Senado y del presidente aprobar el proyecto de ley y promulgar la ley.
«Tus órganos son los mejores»
En una población de alrededor de 1400 millones, los practicantes de Falun Gong constituyen una comunidad considerable. Aproximadamente uno de cada 13 chinos practicaba esta disciplina de meditación cuando comenzó una persecución despiadada en 1999.
Los practicantes se esfuerzan por alinearse con los valores fundamentales de verdad, benevolencia y tolerancia, y ejercitan sus cuerpos para mantenerse en forma. Pero su gran número, así como el estilo de vida saludable y pacífico de los practicantes, también son lo que los hace vulnerables. En ellos, el régimen vio un objetivo conveniente para alimentar la maquinaria industrializada de sustracción de órganos.
Incluso hace 18 años, en la prisión china, el asunto ya era un secreto a voces en torno al Sr. Yu.
“No vayas en contra del partido comunista”, le dijo una vez un médico de la prisión, que atendió al Sr. Yu, debido a que compartían la ciudad natal. “Haz lo que te ordene. De lo contrario, ni siquiera sabrás cómo mueres. Cuando suceda, ni siquiera sabrás dónde te llevarán el corazón, el hígado, el bazo y los pulmones”.
“Tus órganos son los mejores”, había dicho el médico. Los practicantes de Falun Gong, agregó el médico, “a menudo ejercitan sus cuerpos, cuando sus cuerpos están sanos, así que por supuesto sus órganos también están bien. Entonces, ¿crees que preferiríamos elegirte a ti o a estos otros prisioneros?».
Exponer la historia al mundo no ha sido fácil. La primera persona que se presentó fue “Annie”. Usando un alias para proteger su identidad, Annie le dijo a The Epoch Times en 2006 que su exmarido, el neurocirujano, había extraído córneas de practicantes de Falun Gong. Se enteró porque él tenía «pesadillas terribles y se despertaba gritando y aterrorizado». Después de que The Epoch Times publicó la historia de Annie, ella dijo que los agresores intentaron matar a su exmarido.
“Peter”, un periodista de investigación chino radicado en Japón, habló con The Epoch Times el mismo año, con detalles sobre un centro de detención en Sujiatun donde se estaban sustrayendo órganos. Peter recibió llamadas anónimas amenazantes que le decían restar importancia al asunto.
A medida que surgieron historias como estas y los investigadores comenzaron a recopilar pruebas, el régimen chino hizo cambios superficiales para intentar reducir la presión exterior. Exteriormente, el régimen estableció un sistema de donación de órganos en 2015 y prometió dejar de extraer órganos de prisioneros ejecutados. Anteriormente, el PCCh afirmó que los prisioneros condenados a muerte eran la fuente de su vasta reserva de órganos disponibles.
Pero los investigadores no han encontrado evidencia de que el abuso cesó. Un análisis de 2019 de los datos de donación de órganos de China encontró pruebas convincentes de que los datos estaban falsificados. El mismo año, el Tribunal de China con sede en Londres, después de 12 meses de investigación, llegó a la conclusión de que los espantosos abusos todavía se producían a gran escala.
Se sabe que los musulmanes uigures en Xinjiang y los cristianos domésticos, que son perseguidos por su fe, también son víctimas de la sustracción de órganos por parte del PCCh, aunque en menor escala.
«La sustracción forzada de órganos es de una maldad incomparable, incluso comparada (en términos de muerte por muerte) con los asesinatos por crímenes masivos cometidos en el último siglo», dijo el presidente del tribunal, Sir Geoffrey Nice, en la sentencia.
Acción a nivel estatal
Caroline Harris Dávila, representante de primer año en la legislatura de Texas, era miembro del personal del Senado estatal cuando se dio a conocer el fallo del tribunal. Leer los testimonios la llenó de horror y del deseo de “hacer algo, de demostrar que esto no estaba bien”, declaró a The Epoch Times.
El asunto no era algo lejano. Su amiga conocía personalmente a alguien que tenía familiares desaparecidos en China por practicar Falun Gong.
Para ellos, “era simplemente algo conocido, que un familiar o sus amigos simplemente desaparecerían un día y nunca se enterarían de lo que pasó”, dijo la Sra. Dávila.
Cuando el Dr. Tom Oliverson, médico y presidente del Comité de Seguros de la Cámara de Representantes del estado, comenzó a elaborar un proyecto de ley para prohibir que los fondos estatales de seguro médico apoyen cirugías de trasplante de órganos procedentes de China, rápidamente lo aceptó. La legislación fue aprobada por la legislatura por unanimidad y se convirtió en ley en junio de 2023.
A partir de ahí, el cambio se aceleró.
Desde entonces, dos estados más, Utah e Idaho, han seguido el ejemplo, impulsados por State Armor, un grupo de defensa que presiona para que se realicen cambios en las políticas, para “contrarrestar la amenaza de la China comunista”. Un cuarto estado, Arizona, casi convirtió la medida en ley si no fuera por el veto de un gobernador, mientras que Missouri también propuso medidas similares.
El fundador de State Armor, Michael Lucci, que proviene del distrito de la Sra. Harris Dávila, le dio crédito a Texas por el modelo de lo que él cree que cada estado debería seguir.
“Yo creo que yo estaba robando el lenguaje del proyecto de ley incluso antes de que el gobernador lo promulgara”, dijo el Sr. Lucci a The Epoch Times. «Los 50 estados podrían hacer algo con respecto a este proyecto de ley; tendrá sentido en todas partes».
Habló justo antes de entrar a una reunión con legisladores en Ohio. Él comenzó tarde, ya que acaba de lanzar su organización en enero, y se necesita tiempo para “hacer la parte educativa” sobre este tema sobre el cual muchos funcionarios electos tienen poco conocimiento previo, explicó el Sr. Lucci.
«En 2025, apuesto a que 10 estados aprobarán este proyecto de ley».
Campaña de presión del PCCh
El régimen nunca ha disminuido sus esfuerzos por cerrar el debate del tema. En 2008, cuando el abogado canadiense de derechos humanos, David Matas, estaba dando discursos públicos sobre su investigación de los abusos, un hombre de habla china que se identificó como oficial de policía lo llamó durante una sesión de preguntas y respuestas en vivo para amenazarlo: “¿Tiene miedo a la muerte? Están interfiriendo brutalmente en las políticas internas de nuestro Partido”.
En los últimos años, esos ataques se han transformado en algo menos visible, en forma de presión diplomática sobre los legisladores que adoptan una postura, coerción económica hacia empresas e instituciones académicas, conversión de estudiantes chinos en armas, y abriéndose caminos en la comunidad médica.
“Esto es un montón de ruido de sables, y así es como China manipula a las personas y a otros estados y países”, dijo a The Epoch Times la representante del estado de Utah, Candice Pierucci, quien ayudó a lograr la aprobación unánime de un proyecto de ley contra la sustracción forzada de órganos en su estado. «Francamente, no me importa lo que digan y lo que vayan a hacer; esto es lo correcto».
Ella llamó al régimen “sordo” por tratar de “intimidar” a los políticos para que no tomen medidas.
«Están exagerando», dijo. “Deberían ser ellos quienes se disculpen”.
Muchos legisladores en estados que han actuado sobre el proyecto de ley o lo están considerando, expresaron su incredulidad de que tales crímenes todavía se cometan en el siglo XXI.
El representante de Idaho, Jordan Redman, quien patrocinó el proyecto de ley de su estado, estaba investigando la sustracción forzada de órganos justo cuando Shen Yun Performing Arts estaba en la ciudad. El espectáculo de danza, que presenta actos de la China tradicional anterior al comunismo, también había incluído un segmento de la China moderna, que representa una tragedia familiar como resultado de la sustracción de órganos.
Durante el intermedio del espectáculo, el Sr. Redman declaró que fue bombardeado con preguntas de sus dos hijos, de 9 y 11 años, quienes luchaban por entender tal “pura maldad”.
“Es alucinante pensar que eso podría suceder, y que todavía suceda hoy”, dijo el representante a The Epoch Times. Pero está viendo una oleada de apoyo para eso se cambie, tanto a nivel estatal como nacional.
«La parte más difícil es simplemente ayudar a la gente a entender que esto es algo real que sucede», dijo a continuación, aclarando que una vez que eso suceda, «será difícil darle la espalda, entonces algo tiene que suceder».
Resplandor
Los sobrevivientes y quienes conocen el historial de derechos humanos del régimen en China han estado esperando que se produzca un cambio.
Zhang Guoliang, un practicante de Falun Gong que es capitán de United Airlines, pasó cuatro años en una cárcel china debido a su fe.
“Todas las personas bajo detención y persecución del PCCh pueden convertirse en víctimas de la sustracción forzada de órganos”, dijo el Sr. Zhang a The Epoch Times. “Esto lo dicta el sistema del PCCh: mientras el sistema esté funcionando, nadie dentro podría sentirse seguro”.
Si bien muchas pruebas siguen siendo anecdóticas debido a la opacidad del sistema chino, el proyecto de ley de la Cámara, que incluye una cláusula sobre la investigación del tema en China, podría permitir a Estados Unidos descubrir más datos a nivel gubernamental y alentar a más personas que han permanecido en silencio debido a la presión, para que hablen.
El Sr. Yu todavía está atormentado por su experiencia en prisión y por los practicantes que desaparecieron. Como muchos otros detenidos, el Sr. Yu se sometió a múltiples análisis de sangre y otros controles de salud en prisión, pero nunca recibió los resultados. Más tarde se enteró de lo poco que extrañaba la muerte.
Su padre es un alto oficial militar en Guangzhou. Cuando el Sr. Yu salió de prisión en 2007, su padre le dijo que un director de la prisión le había advertido que su hijo solo vivía gracias a sus conexiones militares.
El Sr. Yu ahora se centra en ayudar a los demás. Para sus hermanos en China, cuyas vidas aún están en juego, exponer la “espantosa” crueldad a la luz pública es en sí misma una capa de protección, dijo a continuación.
Él espera que la Ley de Protección de Falun Gong, que ya ha sido aprobada por la Cámara, pase rápidamente también por el Senado y luego sea promulgada por el presidente.
«Es un acto que puede salvar vidas», afirmó.
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