Washington expresó su profunda preocupación por la vigilancia, el acoso, y la intimidación «cada vez más severos» que pusieron en peligro a los reporteros estadounidenses y extranjeros en China, incluidos los que cubrían las recientes inundaciones en su territorio central, dijo el Departamento de Estado el 29 de julio.
«El gobierno de la República Popular China afirma dar la bienvenida a los medios extranjeros y apoyar su trabajo, pero sus acciones cuentan una historia diferente», dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, en un comunicado emitido el jueves.
«Su dura retórica [del régimen chino], promovida a través de los medios de comunicación estatales oficiales, hacia cualquier noticia que perciba como crítica de las políticas de la República Popular China, ha provocado un sentimiento público negativo que ha llevado a tensos enfrentamientos y acoso en persona», agregó.
La declaración se produjo luego de que periodistas estadounidenses y extranjeros que informaban sobre las inundaciones en la provincia de Henan, al centro de China, fueran atacados verbalmente por grupos enojados, tanto en persona como por Internet, mientras que el personal de la BBC y Los Angeles Times recibieron amenazas de muerte.
En un incidente, la rama local de la Liga Juvenil del Partido Comunista Chino había incitado a la hostilidad y pidió a sus seguidores de las redes sociales que informaran sobre el paradero del corresponsal de la BBC en China, Robin Brant.
Los cibernautas chinos criticaron a Brant por publicar un video sobre pasajeros atrapados en un metro inundado en la ciudad de Zhengzhou. Al menos 14 personas murieron en el incidente.
La BBC fue tachada de «empresa de transmisión de rumores» por el Ministerio de Relaciones Exteriores de China.
El 24 de julio, Mathias Boelinger, corresponsal del medio de comunicación alemán Deutsche Welle, fue confrontado por una multitud enojada que lo confundió con Brant y le dijo que «salga de China», según un posteo en Twitter de un periodista de Los Angeles Times en la escena.
Más periodistas extranjeros ahora se niegan a entrar o permanecer en China debido a restricciones de visas, dijo Price en el comunicado, «limitando severamente la cantidad y calidad de informes independientes sobre temas importantes».
En febrero de 2020, cuando el COVID-19 comenzó a extenderse por China, el régimen chino revocó las credenciales de prensa de tres reporteros del Wall Street Journal por un artículo de opinión que llamaba a China el «verdadero enfermo de Asia»–aunque ninguno de los tres periodistas expulsados estuvo involucrado al escribir el artículo. En respuesta, la administración Trump redujo el número de periodistas chinos autorizados a trabajar en los Estados Unidos de 160 a 100. Poco después, Beijing tomó represalias expulsando a periodistas estadounidenses que trabajaban para cinco periódicos, incluidos The New York Times, The Wall Street Journal y The Washington Post.
«Hacemos un llamado a los funcionarios de la República Popular China para garantizar que los periodistas permanezcan seguros y puedan informar libremente», dijo Price, instando a China a «dar la bienvenida» a los medios extranjeros para los próximos Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno de 2022 como una «nación responsable».
El Club de Corresponsales Extranjeros de China dijo en una declaración del 27 de julio: «[La retórica] pone en peligro la seguridad física de los periodistas extranjeros en China y obstaculiza la libre información».
Steven Butler, coordinador del programa de Asia del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), dijo en un informe: «El acoso a los corresponsales extranjeros que simplemente están haciendo su trabajo, en este caso informando sobre las trágicas inundaciones en Zhengzhou, ha alcanzado proporciones intolerables».
En un informe de diciembre de 2020, el CPJ clasificó a China como el peor carcelero de periodistas en todo el mundo por detener al menos a 47 periodistas en el país en ese momento.
La Federación Internacional de Periodistas, con sede en Bruselas, dijo que la intimidación y los ataques recientes en China socavaron la seguridad de los ciudadanos de Zhengzhou «que buscan información sobre la crisis de los periodistas».
El año pasado, las autoridades chinas detuvieron al periodista australiano Cheng Lei y a Haze Fan, un ciudadano chino que trabajaba para Bloomberg News, ambos bajo sospecha de poner en peligro la seguridad nacional.
La subsecretaria de Estado de Estados Unidos, Wendy Sherman, también planteó el tema de la libertad de prensa en China durante una reunión con funcionarios chinos en la ciudad norteña de Tianjin a principios de esta semana.
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