Las empresas estadounidenses deberían saber qué valores defienden y dejar de proveer tecnologías al autoritario régimen chino, que está utilizando cada vez más la vigilancia para reprimir a las religiones, dijo a The Epoch Times Gary Bauer, comisionado de la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional.
«La empresas de tecnología deben recordar que son empresas de tecnología estadounidenses. Y deberían ser sensibles a los valores que defendemos», dijo en una entrevista. «Cuando vemos a algunas de estas empresas dispuestas a cooperar con una autoridad comunista, no es aceptable».
Los expertos en la audiencia en línea del 22 de julio organizada por la comisión describieron estado de vigilancia distópica bajo el mandato de la China comunista, donde las autoridades despliegan cámaras de alta tecnología, reconocimiento facial, aplicaciones para teléfono, rastreadores GPS y recopilación de ADN para espiar y suprimir a las comunidades religiosas.
Una popular iglesia clandestina en Beijing fue cerrada por negarse a instalar cámaras de seguridad en el interior. En el Tíbet, la gente ha sido arrestada por compartir fotos en redes sociales del líder espiritual budista tibetano, el Dalai Lama. Más recientemente, el régimen impuso la ley de seguridad nacional en Hong Kong, la cual faculta a los funcionarios a censurar en contenido en Internet e interceptar las comunicaciones, provocando temor entre grupos religiosos locales de una persecución similar a la de China continental.
«Ningún estado autoritario ha hecho uso de las tecnologías digitales de manera tan exitosa como la China moderna», dijo Chris Meserole del grupo de expertos de Brookings Institution, con sede en Washington, durante la audiencia. «Para los grupos religiosos que han sido objetivo del PCCh [Partido Comunista Chino], el resultado ha sido tanto trágico como devastador».
Algunas compañías estadounidenses han jugado un rol en alimentar la industria de la vigilancia del régimen o han acatado su censura.
Apple, por ejemplo, eliminó o rechazó miles de aplicaciones de la versión china de su tienda de aplicaciones como lo ordenó el régimen chino, pese al reciente llamado de la compañía por un «mundo más justo para todos», señaló Lobsang Sither, un tibetano en el exilio que dirige el programa de seguridad digital en el Tibet Action Institute, un grupo de defensa de los derechos humanos.
Los gigantes de la tecnología como Intel y Nvidia han vendido chips de inteligencia artificial al fabricante de equipo de vigilancia Hikvision, una de las casi 50 compañías chinas en la lista de sanciones de Estados Unidos por su participación en las violaciones de derechos humanos en la región del extremo occidental de China, Xinjiang, de acuerdo con un informe de noviembre de 2019 de la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China. Las autoridades chinas han detenido aproximadamente a 1 millón de uigures y otras minorías musulmanas en campos de concentración, bajo la bandera de combatir «el extremismo religioso».
El Sistema de Jubilación de Maestros del Estado de California, el segundo fondo de pensiones más grande Estados Unidos, poseía cerca de 24.4 millones de dólares en acciones de Hikvision hasta el 30 de junio de 2018.
En mayo de este año, la administración de EE. UU. bloqueó más inversiones de los fondos de jubilación federales de EE. UU. en acciones chinas, citando que “presentan importantes preocupaciones de seguridad nacional y humanitarias”.
En un discurso del 16 de julio que destacó la amenaza del régimen comunista a las libertades de Estados Unidos, el fiscal general William Barr hizo una crítica similar a las corporaciones del país por “doblegarse” ante Beijing, diciendo que Hollywood y las firmas estadounidenses de tecnología han estado demasiado ansiosas por entrar al mercado chino y, por lo tanto, “se han permitido convertirse en peones de la influencia china”.
“En aras de obtener beneficios a corto plazo, las empresas estadounidenses han sucumbido a la influencia [china], incluso a expensas de la libertad y la transparencia en Estados Unidos”.
Para las compañías multinacionales que ya se encuentran bajo escrutinio, es tiempo de dar un paso atrás y revaluar sus inversiones en China, dijo Bauer.
«Si se preocupan por su marca, necesitan entender que si se vuelve evidente que están cooperando con los comunistas chinos para oprimir, discriminar a la gente, eso dañará a su marca y sus ingresos mucho más que si hacen enojar al gobierno comunista chino», dijo.
La proliferación de la tecnologías de vigilancia invasiva de China —utilizada en cerca de 80 países alrededor del mundo— se ha vuelto difícil de ignorar durante la actual pandemia del virus del PCCh, ya que Beijing ha empezado a exportar su software de «vigilancia de salud» en nombre de rastrear a los pacientes con el virus, dijo Sheena Greitens, profesora asociada de relaciones públicas de la Universidad de Texas en Austin.
Las regulaciones globales en el uso y exportación de herramientas de vigilancia fabricadas en china son escasas, si existe alguna, siendo las empresas chinas en gran medida las que escriben las reglas, dijo Greitens. Si no se controlan, estos desarrollos podrían apoyar más la dependencia global en la tecnología china y normalizar el monitoreo masivo de alta tecnología, especialmente en países donde las libertades civiles ya se encuentran en riesgo, añadió.
El 21 de julio, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos emitió un informe condenando la campaña concertada de Beijing para exportar su «autoritarismo digital», el cual, de acuerdo con el investigador Xiao Qiang de UC Berkeley, «ha creado una competencia sistémica con Estados Unidos y otras democracias».
«En el fondo, esta competencia es sobre el valor de la libertad y la dignidad humanas básicas», dijo Xiao durante un foro en línea revelando el informe.
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