El senador australiano Eric Abetz ha instado a las universidades australianas y a las organizaciones de investigación del gobierno a que reconsideren sus colaboraciones académicas con el régimen chino. Existe la preocupación de que el régimen esté tratando de controlar la narrativa relacionada con los orígenes del virus del PCCh, comúnmente conocido como coronavirus.
Abetz dijo que las restricciones impuestas por el régimen chino a las publicaciones académicas que informan sobre los orígenes del virus del PCCh (Partido Comunista Chino), comúnmente conocido como el nuevo coronavirus, han reafirmado la opinión de que el régimen chino trata de «sofocar y controlar la libertad académica dentro de su propio país y en otros».
«Sabemos por experiencia que China ha estado presionando para ejercer una influencia indebida e indeseada en nuestro sistema académico superior y este último desarrollo debe ser considerado rápidamente», dijo Abetz en una declaración el martes 14 de abril. «Esta es una seria llamada de atención para el sector de la educación superior australiana y la CSIRO [Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth]».
La infiltración del Partido Comunista Chino (PCCh) en las universidades australianas está bien documentada y se evidencia a través del funcionamiento de los órganos del Frente Unido y los Institutos Confucio, en los que la libertad de expresión y la libertad intelectual suelen ser desalentadas y condenadas. En un caso, un estudiante australiano, Drew Pavlou, recibió mensajes abusivos y amenazas de muerte tras haber apoyado a estudiantes prohongkoneses de la Universidad de Queensland en julio de 2019.
El viernes 10 de abril se publicó en el sitio web de la Universidad de Fudan de Shanghai una directiva emitida por el departamento de ciencia y tecnología del Ministerio de Educación del régimen chino. El mensaje, que estaba relacionado con las universidades que publicaban investigaciones, fue retirado después de que se hicieran preguntas a la universidad sobre dicha publicación, informó News Corp.
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La directiva estipulaba que los trabajos académicos que informan sobre los orígenes del virus «deben ser estricta y rigurosamente manejados». En el documento se añadía que los trabajos académicos debían someterse a un proceso adicional de investigación de antecedentes y ser aprobados por un grupo de trabajo especial antes de ser presentados para su publicación.
«Desde el principio Beijing ha intentado controlar estrictamente la narrativa, encubriendo el estallido en los mercados mojados, silenciando a los denunciantes que hablaron sobre la letalidad y contagio del virus, y poniendo a la Organización Mundial de la Salud bajo su influencia para reforzar la poca credibilidad que le queda», dijo Abetz.
Los expertos que llevaron a cabo la modelación estadística, los relatos de los testigos oculares y los documentos proporcionados previamente a The Epoch Times han demostrado que las autoridades chinas ocultaron la verdadera escala del brote en Wuhan y otras partes de China.
Según un informe del centro de estudios American Enterprise Institute (AEI), con sede en Washington, se estima que debería haber unos 2.9 millones de casos confirmados del virus del PCCh en China, en lugar de los menos de 100,000 casos conocidos que actualmente informa el régimen chino.
Además, la teoría de que el virus proviene de un laboratorio ha ganado prominencia en parte debido al hecho de que Wuhan es la sede del único laboratorio biológico de China certificado para trabajar con los patógenos más peligrosos como el Ébola o el SARS.
«Es particularmente astuto eliminar los hechos que rodean los orígenes del virus, ya que esto afectará la capacidad de la comunidad científica y médica mundial para investigar y reunir la información que pueda ayudar a detener la propagación y mitigar los daños del virus».
«En general, planteará dudas sobre cualquier información médica o científica futura que emane de China y, en particular, cualquier información médica o científica sobre el coronavirus».
Los reporteros del Epoch Times Petr Svab, Nicole Hao y Frank Fang contribuyeron a la elaboración de este artículo.
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