Los legisladores están condenando lo que llaman una medida altamente hipócrita por parte de las Grandes Ligas de Béisbol (MLB, por sus siglas en inglés) después de que ampliara su contrato con un gigante chino de las telecomunicaciones justo un día antes de boicotear al estado de Georgia por las recientes reformas electorales.
Múltiples medios de comunicación, incluidos los medios estatales chinos, reportaron que la liga seguirá transmitiéndose en la plataforma de streaming operada por el gigante tecnológico chino Tencent, que tiene importantes vínculos con el Partido Comunista Chino (PCCh).
El 2 de abril —un día después de que se reportara del acuerdo con China— la MLB dijo que trasladaba el Partido de las Estrellas y el Draft de la MLB de este año fuera de Georgia para protestar por las reformas destinadas a reforzar la seguridad electoral firmadas por el gobernador de Georgia, Brian Kemp. Dijo en un comunicado que era «la mejor manera de demostrar nuestros valores como deporte».
Tres legisladores republicanos y un exsubsecretario de Estado para el Crecimiento Económico dijeron a The Epoch Times que estaban enfadados por la vista gorda que las empresas estadounidenses han seguido haciendo ante la letanía de violaciones de los derechos humanos que tienen lugar en China.
«Es el colmo de la hipocresía que la MLB esté haciendo negocios con el régimen comunista genocida de China mientras que también boicotea el estado de Georgia porque solicita identificación para votar», dijo la senadora Marsha Blackburn (R-Tenn.) a The Epoch Times, y añadió: «Más vale que las corporaciones estadounidenses como la MLB estén preparadas para defender qué valores apoyan».
Según los medios de comunicación estatales chinos, se ofrecerá al menos un partido de la MLB en vivo por día de juego, dijo la MLB en una declaración con Tencent. Al mismo tiempo, se retransmitirán al menos 200 partidos en vivo, así como ofertas bajo demanda que estarán disponibles durante toda la temporada.
La representante Mary Miller (R-Ill.) expresó una preocupación similar en una declaración enviada por correo electrónico, señalando que las empresas estadounidenses llevan mucho tiempo asociándose con empresas de la China comunista.
«Durante años ha habido una tendencia preocupante de grandes empresas estadounidenses que hacen tratos con la China comunista a expensas del pueblo estadounidense», dijo Miller a The Epoch Times. «Estas mismas empresas dan lecciones a los estadounidenses sobre cómo vivir sus vidas, pero no reconocen su propia hipocresía al asociarse con regímenes que apoyan la esclavitud».
Algunos han intentado combatir el apoyo involuntario de las empresas a la tiranía. Keith Krach, el subsecretario de Estado para el Crecimiento Económico, la Energía y el Medio Ambiente bajo la Administración de Trump, trató de advertir a los directores ejecutivos estadounidenses, a los consejos de administración de las universidades y a los líderes de las organizaciones de la sociedad civil sobre los peligros de trabajar con empresas en la China comunista.
«Escribí tres cartas separadas (…) recordándoles su obligación moral y su deber fiduciario de revelar las participaciones chinas y les insté a desprenderse de las empresas que permiten las violaciones de los derechos humanos», dijo Krach a The Epoch Times.
«Si la ‘responsabilidad empresarial es responsabilidad social’, ninguna empresa responsable debería financiar el genocidio del PCCh», añadió.
Sin embargo, advirtió que esto va más allá de una cuestión de principios. Beijing representa una «amenaza real y urgente» para la seguridad nacional de Estados Unidos, dijo, y señaló que hace tiempo que Occidente debería haber dejado de financiar al régimen.
«Durante décadas, el mundo libre no solo ha mirado hacia otro lado ante los crímenes de la China comunista, sino que hemos financiado a ‘China Inc.’ a través de nuestros fondos de pensiones, donaciones universitarias, fundaciones, fondos de inversión y carteras de bonos», dijo Krach.
«El Departamento de Estado publicó una lista exhaustiva de más de 1100 empresas chinas que son cómplices del genocidio uigur por parte del Partido Comunista Chino y de los abusos de los derechos humanos o parte de la fusión militar-civil del PCCh», añadió.
El 8 de abril se celebró el Día en memoria del Holocausto, lo que puso de manifiesto la continuidad del genocidio del PCCh.
«Durante los últimos 76 años, nos hemos comprometido a ‘no permitir nunca más’ que se produzca un genocidio bajo nuestra mirada», dijo Krach. «Pero, como ha determinado claramente el Departamento de Estado, está ocurriendo —ahora mismo— en Xinjiang. Corresponde a todos los países, empresas e individuos decentes hacer todo lo posible para detener el genocidio de los uigures cometido por el PCCh. Cuando decimos «nunca más», debemos decirlo en serio».
El representante Jim Banks (R-Ind.), presidente del Comité de Estudio Republicano (RSC), que ha hecho de la lucha contra el PCCh una parte clave de la agenda del comité, argumentó que lo que la gente está presenciando ahora va más allá de la mera hipocresía.
«Las corporaciones woke hacen lo que les pide el Partido Demócrata por la misma razón que ignoran los abusos de los derechos humanos del Partido Comunista Chino. Están protegiendo sus ganancias», dijo Banks a The Epoch Times. «La MLB no es hipócrita, simplemente es deshonesta».
«Tanto los demócratas como el Partido Comunista Chino consiguieron intimidar a las multinacionales para que abrazaran su agenda», añadió. «Ahora les toca a los republicanos hacer frente a las corporaciones woke».
Otros, como los senadores Marco Rubio (R-Fla.) y Rand Paul (R-Ky.) tomaron las redes sociales para criticar a la MLB. En un tuit del 2 de abril, Rubio se preguntaba por qué el Partido Republicano sigue escuchando a estos «hipócritas corporativos woke» en materia de impuestos, regulaciones y antimonopolio, mientras que Paul señalaba en un posteo del 3 de abril: «Su liga deportiva podría ser un poco demasiado woke si hace negocios libremente con comunistas en China y Cuba, pero boicotea a un estado de EE. UU. que quiere que la gente muestre una identificación para votar».
La reciente protesta por las nuevas reformas electorales en Georgia, mientras tanto, no parece estar justificada. Una revisión del proyecto de ley de 98 páginas (pdf) muestra que restringiría ligeramente el acceso al voto anticipado al tiempo que lo ampliaría en otros aspectos. Tomado en su totalidad, el proyecto de ley parece tener un efecto en general insignificante sobre la facilidad de votar en Georgia durante las próximas elecciones.
La mayoría de las críticas se centran en que la nueva ley supuestamente dificulta el voto, lo que supuestamente equivale a la supresión de votantes. El presidente Joe Biden calificó la ley de «enfermiza», alegando que obliga a cerrar las urnas a las 5 de la tarde, a lo que los fact-checkers del Washington Post dieron «cuatro pinochos«.
Sin embargo, el hecho de que la MLB haga la vista gorda ante las graves violaciones de los derechos humanos para hacer negocios con el PCCh no es un caso aislado. Las críticas se han dirigido recientemente al Comité Olímpico Internacional (COI), que dio un contrato a una empresa china con una fábrica afiliada en Xinjiang y que anuncia abiertamente su uso de algodón de Xinjiang, reportó Axios el 6 de abril. Las organizaciones de derechos humanos llevan años advirtiendo del uso de trabajo forzado en la región.
El exsecretario de Estado Mike Pompeo determinó el 19 de enero que el PCCh cometió «genocidio» y «crímenes contra la humanidad» contra los musulmanes uigures en la región de Xinjiang. Esa designación continúa por ahora bajo la Administración Biden.
Por otra parte, China se apresura a pedir el boicot de las empresas occidentales. Recientemente ha salido a la luz una antigua declaración de H&M en la que la empresa se mostraba «profundamente preocupada» por los reportes sobre trabajos forzados en Xinjiang. Otras marcas occidentales han hecho declaraciones similares. Esto provocó una fuerte reacción en China, y algunas plataformas de comercio en internet expulsaron a las marcas de sus sitios.
En febrero, la Administración Biden dijo que estaba revisando el intento de prohibición de WeChat en Estados Unidos por parte del presidente Donald Trump. Tencent es la empresa matriz de WeChat y es una de las mayores empresas de Asia.
El control corporativo del PCCh
Más de 7700 empleados de Tencent son miembros de una organización del Partido Comunista integrada en la empresa, según una lista de nombres interna obtenida por The Epoch Times el año pasado.
Las empresas que operan en China están obligadas a crear unidades del Partido Comunista en sus oficinas para garantizar que sus actividades empresariales y sus empleados siguen de cerca las políticas del PCCh.
Los líderes de la organización del Partido son todos altos ejecutivos de la empresa, que tiene subunidades del Partido más pequeñas dentro de muchos de sus departamentos, según documentos que The Epoch Times obtuvo de una fuente confiable.
La lista está incompleta, por lo que no está claro cuántos miembros del Partido o del comité hay entre los aproximadamente 54,600 empleados de la empresa. La profundidad con la que el comité del Partido impregna Tencent refleja el férreo control que el PCCh ejerce sobre las empresas chinas.
Tencent creó su primera organización del Partido Comunista en 2005. El medio chino Nanfang Daily citó al jefe del grupo en 2018, diciendo que Tencent ha establecido 226 organizaciones del partido con un total de 10,962 miembros. «El objetivo de nuestro trabajo es asegurar que donde se desarrolle el negocio, la organización del Partido y el trabajo del Partido lo sigan», dijo el líder del grupo, que no fue nombrado.
La lealtad al Partido comienza en la cima. El fundador y CEO de Tencent, Ma Huateng, ha manifestado públicamente su apoyo a Beijing en varias ocasiones. A principios de junio de 2018, una foto de Ma vistiendo un uniforme de la época de la Guerra Civil China y una boina octogonal durante una visita a la ciudad de Yan’an —conocida como la base del PCCh durante el conflicto entre el PCCh y el Partido Nacionalista— circuló ampliamente en internet.
Con información de Ivan Pentchoukov y Gu Qing-er.
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