La Casa Blanca indicó el 6 de abril que los países son libres de decidir cómo quieren tratar con el aislado régimen talibán de Afganistán.
Cuando The Epoch Times le preguntó cómo abordaría Estados Unidos el aumento de las relaciones entre China y los talibanes, el Coordinador de Comunicaciones Estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, sugirió que esa cuestión no dependía de la administración.
“Cada país tiene que tener su propio punto de vista sobre cómo se va a relacionar con los talibanes”, dijo Kirby durante una conferencia de prensa el 6 de abril.
“Nosotros no los reconocemos como un gobierno oficial en Afganistán”.
Los talibanes no han sido reconocidos como un régimen legítimo por ninguna nación, incluida China, pero Beijing ha tratado de estrechar los lazos económicos con los talibanes, con la vista puesta en los yacimientos minerales de Afganistán, cuyo valor se estima en más de un billón de dólares.
Kirby parecía indicar que Estados Unidos podría reconocer a los talibanes más tarde si el régimen islámico hiciera más por proporcionar igualdad de derechos a mujeres y niñas.
“Si quieren ser reconocidos, al menos por Estados Unidos, si quieren ser vistos como legítimos, entonces deben reconocer las promesas que hicieron sobre cómo iban a gobernar ese país y cómo iban a tratar a su propia gente, incluidas las mujeres y niñas”, dijo.
Crecen los lazos entre talibanes y el PCCh
Luego de que los talibanes regresaran al poder en 2021 antes de la muy criticada retirada de Estados Unidos del país, los observadores han expresado su preocupación por que el vacío de poder sea ocupado por el régimen chino, que ya está tratando de ampliar su influencia en Asia Central y Medio Oriente.
En enero, los talibanes firmaron un acuerdo petrolero de 540 millones de dólares con la Compañía de Petróleo y Gas de Asia Central de Xinjiang (CAPEIC), con sede en China, su mayor acuerdo desde la toma del poder.
El acuerdo proporcionará a CAPEIC un contrato de 25 años para extraer petróleo de más de 1700 millas cuadradas de la cuenca Amu Darya en Afganistán y otorga a los talibanes una participación del 20 por ciento.
Los analistas consideran que esta operación forma parte de un esfuerzo más amplio de la China comunista por aprovechar la caótica retirada estadounidense y presentar un modelo alternativo de relaciones internacionales en el Medio Oriente.
Ese esfuerzo tiene como objetivo en gran medida erosionar la influencia de Estados Unidos en el extranjero y hacer que prolifere la visión autoritaria del propio régimen para un llamado orden mundial multipolar, dicen los analistas.
La administración Biden también publicó un informe el 6 de abril en el que intentaba desviar gran parte de la culpa de su retirada de Afganistán, que resultó en la muerte de 13 militares estadounidenses y la caída inesperada de una gran cantidad de sistemas avanzados de armamento en manos de los talibanes.
Kirby defendió la acción de la administración, diciendo que el presidente Joe Biden estaba «orgulloso» de la forma en que se llevó a cabo la retirada y culpó de cualquier caos a la administración Trump por no proporcionar un plan para la operación y también a las fuerzas de defensa afganas, de las que afirmó que [fracasaron] en actuar por su país».
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