Las Naciones Unidas y la Unión Europea renovaron su llamamiento a Beijing para que libere inmediatamente a una periodista peligrosamente enferma que fue encarcelada por sus reportajes durante los primeros días de la pandemia.
Zhang Zhan, una mujer de 38 años, que lleva detenida en Shanghai desde mayo de 2020, apenas puede caminar o levantar la cabeza sin ayuda después de hacer una huelga de hambre de 17 meses, dijeron varios expertos en derechos humanos de la ONU el 22 de noviembre.
Según los expertos, la prolongada huelga de hambre le ha provocado una grave desnutrición, una úlcera gástrica y un avanzado edema en sus extremidades inferiores, entre otras complicaciones. Cuando los funcionarios la enviaron a un hospital de la prisión a finales de julio, al parecer la ataron a la cama y la sometieron a una alimentación forzada.
«Si las autoridades chinas no actúan con rapidez y eficacia, las consecuencias podrían ser fatales para Zhang Zhan», advirtieron los relatores especiales en una declaración conjunta.
«Les instamos a que le concedan inmediatamente la libertad incondicional y a que se aseguren de que recibe el tratamiento médico necesario lo antes posible», señalaron.
Nabila Massrali, portavoz de la UE, repitió el 23 de noviembre el llamamiento a la liberación inmediata e incondicional de Zhang, afirmando que las «restricciones de Beijing a la libertad de expresión, al acceso a la información, así como la intimidación, la vigilancia y la detención de periodistas, intelectuales, abogados y activistas» seguían siendo motivo de gran preocupación.
Antes de su detención, Zhang viajó a Wuhan y grabó la vida de algunos ciudadanos locales cuando el epicentro de la pandemia experimentó el confinamiento inicial. En docenas de temblorosos videos grabados con teléfonos celulares y subidos a Youtube, detalló sus visitas y entrevistas en hospitales, centros de cuarentena y en el Instituto de Virología de Wuhan, que desafiaron el relato del Partido Comunista Chino (PCCh).
La policía de Shanghai detuvo a Zhang en mayo de 2020 y la mantuvo retenida durante varios meses sin que se dieran razones oficiales.
El 28 de diciembre de 2020, Zhang fue condenada a una pena de cuatro años de cárcel por «provocar disputas y agitar problemas», un cargo que suele utilizarse para perseguir a los disidentes.
La exabogada convertida en periodista se negó a declararse culpable e inició una huelga de hambre en protesta por las acusaciones en su contra.
A su familia, así como a su abogado, se les ha prohibido visitarla en persona. Según Zhang Ju, su hermano residente en Shanghai, la última vez que la vieron fue el 29 de octubre a través de un videochat.
«No creo que pueda aguantar mucho tiempo», escribió en un posteo el 30 de octubre. «Me gustaría que el mundo recordara cómo es ella si no logra sobrevivir a este frío invierno que se avecina».
En la declaración del martes, la UE instó a Beijing a «tomar todas las medidas necesarias para garantizar que Zhang Zhan reciba un tratamiento médico urgente y adecuado, y que se le conceda acceso a los miembros de su familia, y a los abogados de su elección».
Estados Unidos también pidió su liberación el 19 de noviembre, diciendo que Washington estaba profundamente preocupado por el deterioro de su salud.
Grupos internacionales de derechos humanos, entre ellos Amnistía Internacional, pidieron su liberación. En China, varios activistas de derechos lanzaron una petición pidiendo atención médica inmediata para ella. A fecha del miércoles, casi 700 chinos habían puesto sus nombres en la carta abierta.
El 17 de noviembre, Reporteros sin Fronteras concedió a Zhang el Premio a la Libertad de Prensa 2021 en la categoría de valor.
Zhang es una de las varias ciudadanas chinas castigadas por el régimen por revelar la gravedad del brote de Wuhan. El régimen chino ha endurecido aún más el flujo de información desde la primera aparición del virus del PCCh a finales de 2019. El denunciante Li Wenliang, que dio la alarma por primera vez sobre el virus altamente contagioso en un chat de grupo, fue reprendido por la policía en enero de 2020. El médico murió más tarde a causa del virus del PCCh.
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