Análisis de noticia
Los bandos del candidato presidencial demócrata Joe Biden y del presidente Donald Trump ven a China—la segunda economía más grande del mundo—desde ópticas muy diferentes.
Mientras que ambos bandos han presentado una agenda de campaña de postura dura contra el Partido Comunista Chino (PCCh), los últimos acuerdos y comentarios pintan un cuadro más contrastante.
La agenda del segundo mandato de la campaña de reelección de Trump incluye una sección específica titulada «Poner fin a nuestra dependencia de China», en la que se enumera algunos objetivos clave, como recuperar los empleos manufactureros que se encuentran en China y responsabilizar al PCCh por su mal manejo del brote de virus del PCCh, entre otros.
La campaña de Biden mencionó repetidamente el abordar a China en el marco de su plan «Made in All of America«, el cual incluye objetivos como recuperar las cadenas de suministro y reducir la dependencia de China mediante la adopción de «acciones comerciales agresivas».
La opinión de los estadounidenses sobre China en su conjunto, particularmente después de que el brote se convirtiera en una pandemia mundial, ha empeorado en gran medida. Una encuesta de Pew Research realizada en julio descubrió que el 73 por ciento de los adultos estadounidenses veían a China de manera desfavorable, un aumento del 26 por ciento en comparación con el 2018. Existe una «sensación generalizada de que China manejó mal el brote inicial y la posterior propagación del COVID-19», escribieron los autores.
Biden sobre China
A lo largo de la campaña, Biden minimizó repetidamente la amenaza que representaba China. El pasado mes de mayo en un mitin de campaña en Iowa, Biden dijo: «¿[Que] China va a comer nuestro almuerzo? Vamos, hombre».
«Es decir, no son malas personas, amigos», dijo. «Pero adivinen qué, no son competencia para nosotros».
Como senador de EE. UU., Biden apoyó la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001, dándole relaciones comerciales normales permanentes con los Estados Unidos.
En un discurso hacia miembros del sindicato ene mayo, Biden dijo: «Tenemos los trabajadores más productivos del mundo, tres veces más productivos que los trabajadores de Asia».
Biden también se opuso enérgicamente a la prohibición de viajar a China que Trump añadió en enero en un intento por detener la propagación del virus.
«Este no es el momento para el historial de de Donald Trump de la histeria y xenofobia, xenofobia histérica, y de alarmismo», dijo en marzo antes de cambiar su posición sobre la prohibición.
La relación de Biden con Xi Jinping es más profunda. Ambos se conocieron cuando eran vicepresidentes. En 2015, el entonces vicepresidente Biden señaló que él y el entonces vicepresidente Xi «han tenido innumerables conversaciones privadas que van mucho más allá de los típicos puntos de discusión».
«Yo le dije al presidente [Xi] esto después de nuestras múltiples reuniones: que me quedé impresionado con la franqueza del presidente, su determinación y su capacidad para manejar lo que heredó».
En una mesa redonda de 2011 en Beijing, Biden dijo: «El presidente Obama y yo, damos la bienvenida, animamos, y no vemos más que beneficios positivos que fluyen de la inversión directa en Estados Unidos por parte de las empresas y entidades chinas».
Los oficiales de inteligencia de EE. UU. recientemente concluyeron que Beijing quiere que Trump pierda. William Evanina, director del Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad (NCSC) dijo que ellos «calculan que China prefiere que el presidente Trump—a quien Beijing ve como impredecible—no gane la reelección».
Trump sobre China
Durante la campaña de 2016, Trump prometió enfrentar a China por sus prácticas económicas injustas.
Durante su primer mandato, el gobierno de Trump aplicó un enfoque de seguridad nacional de «gobierno integral» para contrarrestar la infiltración de China en Estados Unidos, un esfuerzo a gran escala que no se había visto en anteriores administraciones estadounidenses.
Trump ha sancionado a funcionarios chinos en múltiples ocasiones, entre ellas, por el apoyo a la ley de seguridad nacional autoritaria de China y por sus abusos de derechos humanos contra los uigures y otras minorías.
Varias empresas respaldadas por el régimen chino también han sido incluidas en la lista negra de los Estados Unidos por sus abusos de derechos humanos.
En enero, Trump firmó un acuerdo comercial de primera fase con China. Pero en julio, dijo que la relación había sido «gravemente dañada» y que los indicios de un acuerdo de fase dos eran escasos. Trump también dijo que un «desacoplamiento completo» de China sigue siendo una opción.
Bajo Trump, los arrestos de espías chinos han aumentado. Nadie fue acusado de espiar para China durante los últimos cuatro años de la administración Obama, mientras que la administración Trump acusó a cuatro presuntos espías solo en 2017.
El director del FBI, Christopher Wray, reveló recientemente que la oficina tiene actualmente más de 2000 investigaciones activas que se conectan con el PCCh, lo cual supone un aumento de aproximadamente el 1300 por ciento en las investigaciones de espionaje económico con vínculos al régimen chino.
Wray dijo que la oficina abre «una nueva investigación de contrainteligencia que se relaciona con China cada 10 horas».
Otras acciones notables para contrarrestar a China incluyen el fin de la relación especial de Estados Unidos con Hong Kong, el rechazo de las reclamaciones de Beijing en el mar de la China Meridional y el cierre del consulado chino en Houston.
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