Las universidades estadounidenses están «enganchadas al dinero del Partido Comunista Chino», mientras que Beijing trabaja para desviar la investigación avanzada de EE. UU. a China, advirtió el 9 de diciembre el secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo.
«Tantas de nuestras universidades son compradas por Beijing», dijo Pompeo durante un discurso en el Instituto de Tecnología de Georgia, destacando las agresivas iniciativas de Beijing dirigidas a las instituciones de investigación de EE. UU.. Agregó que la influencia del régimen chino en los académicos y estudiantes estadounidenses pone en peligro la libertad académica, ya que busca reprimir las voces críticas en el campus.
El secretario de Estado citó una investigación reciente del Departamento de Educación, que encontró que las universidades recibieron casi USD 1500 millones en contratos y obsequios de China entre 2014 y 2020.
“No podemos permitir que este régimen tiránico robe nuestras pertenencias para construir su poderío militar, lavar el cerebro a nuestra gente o comprar nuestras instituciones para ayudarles a encubrir estas actividades”, dijo Pompeo.
Usó el caso de Vera Zhou para resaltar la influencia de Beijing en las universidades estadounidenses. Zhou, residente de Estados Unidos, era estudiante de la Universidad de Washington y también pertenecía a la minoría étnica musulmana Hui. Durante una visita a China en 2017, la enviaron a un «campo de reeducación» durante cinco meses después de que fue captada usando un software de red privada virtual (VPN) para eludir el cortafuegos de China y acceder al sitio web de la universidad estadounidense. Su madre y un activista de derechos humanos chino pidieron ayuda a la universidad.
«Pero la Universidad de Washington, una mujer llamada Sarah Castro, directora de la Oficina de Relaciones Federales, dijo que la universidad no ayudaría debido a un acuerdo multimillonario con China», dijo Pompeo.
La universidad negó previamente que su relación con China haya influido sus acciones en el caso de Zhou.
Zhou finalmente fue puesta en libertad y se le permitió regresar a Estados Unidos, «pero no gracias a la Universidad de Washington», dijo Pompeo.
“¿Qué malas decisiones más tomarán las universidades porque se encuentran enganchadas al dinero del Partido Comunista Chino [PCCh]? ¿A qué profesores podrán cooptar o silenciar? ¿Cuál robo y espionaje simplemente pasarán por alto?», añadió.
El secretario de Estado dijo también que las instituciones a menudo se autocensuran por temor a ofender a China, agregando que el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) no estaba interesado en albergar este discurso, insinuando que sus «argumentos podrían insultar a sus estudiantes y profesores de etnia china».
«Uno pensaría que en lugares amantes de la libertad como Georgia Tech —e instituciones y académicos de todo el mundo, administradores, los académicos de las universidades— podrían estar más furiosos por el robo y la flagrante violación de las libertades del Partido Comunista Chino que he descrito, sin embargo lo vemos muy pocas veces”, dijo.
Silenciar la disidencia
Los estudiantes chinos que estudian en universidades estadounidenses también son el objetivo de Beijing, en lo que Pompeo describió como una campaña de «represión».
Por ejemplo, en 2017, Yang Shuping, una estudiante china de la Universidad de Maryland, fue ridiculizada en el Internet chino después de elogiar «el aire fresco de la libertad de expresión» que se encuentra en Estados Unidos pero que no se disfruta en casa, durante un discurso de graduación.
“Fue tan demonizada y hostigada por los medios de propaganda del PCCh. Les prometo que, si bien no puedo contarles todo, no fue una coincidencia”, dijo Pompeo. Yang terminó disculpándose por sus comentarios.
En otro caso en 2018, un estudiante chino de la Universidad de Georgia describió haber sido atacado por la policía secreta, que lo presionó para que espiara a otros estudiantes que criticaban al PCCh.
“Me han hostigado repetidamente y me han pedido que les brinde información sobre las actividades de activistas democráticos y disidentes en el extranjero. Ellos están particularmente interesados en las actividades de los uigures y tibetanos”, dijo el estudiante a Radio Free Asia en ese momento.
Mientras tanto, los consulados chinos controlan y financian las asociaciones de estudiantes y académicos chinos (CSSA) «para vigilar a los estudiantes y presionar a favor de las causas pro-Beijing», dijo Pompeo. Las divisiones de las CSSA están presentes en más de 100 universidades estadounidenses.
Los Institutos Confucio financiados por Beijing, que se encuentran en docenas de campus estadounidenses, también se implementan para influir en los estudiantes, profesores y administradores estadounidenses, dijo el secretario de Estado.
El régimen sabe «que los campus universitarios de izquierda están plagados de antiamericanismo y presentan blancos fáciles para sus mensajes antiestadounidenses», agregó.
Robo de tecnología
Pompeo también se refirió al caso del profesor Fei-Ling Wang, un académico especializado en China en Georgia Tech. Wang fue detenido e interrogado por agentes de seguridad chinos durante dos semanas en un viaje a China hace unos años. Los agentes querían información sobre su investigación sobre China y su tiempo enseñando en la academia militar de West Point en Nueva York, según Pompeo.
«Ellos pensaron que podrían intimidarlo o quizás reclutarlo porque es étnicamente chino», dijo Pompeo.
Los comentarios del secretario de Estado subrayan las iniciativas de la administración Trump para tomar medidas enérgicas contra las tentativas de Beijing de robar tecnología estadounidense e influir en la academia.
En los últimos años, el Departamento de Justicia ha presentado cargos contra investigadores chinos y estadounidenses por presunto robo de propiedad intelectual o por no revelar financiamiento por parte de China. A principios de este año, el expresidente del departamento de química de la Universidad de Harvard fue acusado de cargos relacionados con mentir sobre sus vínculos con programas de talentos chinos.
El Departamento de Estado también designó al Centro de EE. UU. del Instituto Confucio en Washington como misión extranjera, reconociendo su papel en la promoción de la propaganda del PCCh en los campus estadounidenses.
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