Análisis
Sigilosamente, a escondidas y con una precisión arrolladora, el Partido Comunista Chino (PCCh) lanzó una guerra de décadas contra Estados Unidos por la dominación mundial utilizando una estrategia militar conocida como «guerra sin restricciones» que continúa hoy en día.
Sin que la mayoría de la población lo sepa, el PCCh se infiltró en casi todos las aspectos de la vida de Estados Unidos, sin dejar prácticamente ninguna industria intacta. Si bien esta amenaza ha existido en gran medida sin ser detectada, el impacto que ha tenido en la nación, así como las consecuencias geopolíticas, son de gran alcance.
Evitando las tradicionales ofensivas de confrontación militar directa que se han vuelto algo anticuadas en los tiempos modernos, esta estrategia poco convencional se ha convertido en el centro del enfoque de la guerra del régimen comunista.
La estrategia se pone de relieve en el libro «Guerra sin restricciones» de 1999, escrito por dos coroneles de la fuerza aérea china —Qiao Liang y Wang Xiangsui— y publicado por el Ejército Popular de Liberación, las fuerzas armadas del PCCh. El libro ha sido traducido al inglés basándose en los documentos originales del ejército.
Beijing utiliza una amplia gama de tácticas subversivas que incluyen —pero no se limitan a la guerra de propaganda— la guerra cultural, la guerra memética, las operaciones de frente, la infiltración política, la guerra tecnológica y de telecomunicaciones, la guerra legal, el espionaje económico, el espionaje educativo, la guerra cibernética, la guerra de sanciones, y la lista continúa.
La explotación, la infiltración y el espionaje son temas recurrentes. El PCCh emplea todos ellos en diversos grados y simultáneamente en múltiples sectores de la sociedad, con el fin de socavar o influenciar en Estados Unidos, su principal impedimento para la dominación mundial.
Si bien algunos ejemplos son más obvios, como la larga historia de robo de propiedad intelectual de China y las prácticas comerciales desleales con Estados Unidos, hay otros como el denominado «poder blando» que son más difíciles de detectar.
Una de esas vías son los controvertidos Institutos Confucio (IC), respaldados por el partido, que se infiltran y operan en las universidades estadounidenses para mejorar la imagen del PCCh. También pretenden impulsar un objetivo de política exterior para hacer del régimen una superpotencia cultural, no solo económica.
Los IC atrajeron la atención de los legisladores, las organizaciones nacionales y el FBI por las acusaciones de que el programa socava la libertad académica. Se ha acusado a los IC de promover la propaganda comunista china con el pretexto de promover la lengua y la historia china. Hay miles de IC en todo el mundo y, según un recuento, al menos 75 en Estados Unidos.
Otros ejemplos son más flagrantes. Desde un expresidente del departamento de química de la Universidad de Harvard que fue recientemente acusado de hacer declaraciones falsas sobre la financiación que recibió de China hasta un ciudadano chino que fue declarado culpable de espionaje económico, robo de secretos comerciales y conspiración.
En este último caso, se descubrió que un hombre identificado como Hao Zhang, de 41 años, había intentado robar secretos comerciales de dos empresas estadounidenses «en beneficio de la República Popular China», según el Departamento de Justicia. Zhang robó información relacionada específicamente con el funcionamiento de los dispositivos inalámbricos.
Refiriéndose al caso de junio que involucra a Zhang, el agente especial a cargo del FBI, John F. Bennett, dijo que el espionaje económico «es una amenaza generalizada en todo Estados Unidos, particularmente en el área de San Francisco Bay y Silicon Valley, que son el centro de la innovación y la tecnología».
El programa de los Mil Talentos, uno de los planes de reclutamiento de talentos del PCCh más conocidos —o programas de «fuga de cerebros» como algunos los llaman en China—, fomentan el robo de la propiedad intelectual de las instituciones estadounidenses, según el FBI. A través de salarios competitivos, instalaciones de investigación de última generación y títulos honoríficos, estos programas atraen talento del extranjero a China, «incluso si eso significa robar información patentada o violar los controles de exportación para hacerlo», afirma la oficina.
El director del FBI Christopher Wray testificó en 2018 que intentaban ver el peligro que representa China «no solo como una amenaza para todo el gobierno, sino para toda la sociedad». Para contrarrestar su estrategia de manera efectiva, Wray dijo que Estados Unidos también debe emplear una «respuesta de toda la sociedad».
Walter Lohman, director del Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage, dijo que Estados Unidos ha tratado las «sensibilidades de China con cuidado y no ha obtenido nada a cambio».
«El comportamiento agresivo de China en los últimos 15 años, más o menos, solo ha empeorado a pesar de nuestros mejores esfuerzos», dijo Lohman a The Epoch Times.
Actualmente, China representa la mayor amenaza para Estados Unidos porque es tan «poderosa en todo el rango de indicadores, y porque está amenazando directamente tantos intereses estadounidenses, como nuestras redes de comunicación, como Taiwán, la libertad en Hong Kong, y la libertad de los mares», dijo.
El PCCh también ha promovido y empujado agresivamente a sus empresas de telecomunicaciones como Huawei y ZTE, así como aplicaciones de propiedad china como TikTok y Zoom en Estados Unidos y en todo el mundo.
Los legisladores y funcionarios de Estados Unidos han comenzado a darse cuenta de las amenazas a la seguridad nacional que plantean estas empresas chinas. En junio, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) designó formalmente a Huawei y ZTE como amenazas a la seguridad nacional, prohibiendo así el acceso al dinero del Fondo de Servicio Universal de 8300 millones de dólares anuales de la FCC para comprar o modificar cualquier equipo o servicio proporcionado por los proveedores.
Una razón detrás de esta decisión que señala el presidente de la FCC, Ajit Pai, es que ambas compañías están estrechamente vinculadas al PCCh y su aparato militar, ya que «están ampliamente sujetas a la ley china que las obliga a cooperar con los servicios de inteligencia del país». Ambas compañías niegan que este sea el caso.
La empresa china TikTok, que ha tenido un crecimiento meteórico en los Estados Unidos, también fue descubierta recientemente leyendo en secreto los datos del portapapeles de los usuarios. La aplicación ahora afirma que ha solucionado el problema. Hay preocupaciones similares sobre Zoom, donde los investigadores encontraron que las claves de encriptación se transmitían a servidores en China.
Mientras que Estados Unidos está intensificando sus esfuerzos para contrarrestar las amenazas de Beijing, el régimen comunista está simultáneamente intensificando sus propios esfuerzos agresivos a través del Departamento de Trabajo del Frente Unido del PCCh.
Este departamento coordina miles de grupos para llevar a cabo operaciones de influencia política extranjera, suprimir movimientos disidentes, reunir información de inteligencia y facilitar la transferencia de tecnología de otros países a China, según un informe de junio del Instituto Australiano de Política Estratégica.
Las iniciativas de influencia política de la unidad se dirigen a las élites extranjeras, incluyendo políticos y ejecutivos de negocios, y a menudo son de naturaleza encubierta, según el informe. Las comunidades chinas en el extranjero también son objetivos clave, ya que el partido busca cooptar y controlar grupos comunitarios, asociaciones empresariales y medios de comunicación en chino.
Alex Joske, autor del informe, dijo que el trabajo del Frente Unido en el extranjero equivale a una «exportación del sistema político del PCCh». Su esfuerzo «socava la cohesión social, exacerba la tensión racial, influye en la política, daña la integridad de los medios de comunicación, facilita el espionaje y aumenta la transferencia de tecnología sin supervisión», afirma el informe.
Con estas empresas respaldadas por el PCCh, el régimen intenta ejercer su influencia en todo el mundo, no solo en Estados Unidos. Algunos de los principales programas respaldados por el régimen que también contribuyen a sus ambiciones internacionales son su controvertida Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) y su plan «Made in China 2025».
El PCCh, a través del BRI, inyectó miles de millones de dólares en los países de bajos ingresos para construir sus proyectos de infraestructura. Desde 2013, la iniciativa ha puesto en marcha más de 2900 proyectos por un valor de 3.87 billones de dólares. El BRI ha sido llamado «trampa de deuda» debido a las prácticas de préstamos depredadores de Beijing, que dejan a los países vulnerables a las agresivas campañas de influencia de China.
En las dos últimas décadas, China se ha convertido en uno de los principales prestamistas mundiales, con una deuda pendiente que superará los 5.5 billones de dólares en 2019, es decir, más del 6% del producto interno bruto mundial, según un informe del Instituto de Finanzas Internacionales.
Y el plan industrial «Made in China 2025» del PCCh, que se puso en marcha en 2015, tiene por objeto convertir al país en un competidor mundial en diez sectores tecnológicos para 2025. A finales de 2018, Beijing también puso en marcha «China Standards 2035» para acelerar los esfuerzos para convertirse en líderes en los sectores tecnológicos florecientes, como la big data, la inteligencia artificial y el Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés).
Mientras tanto, un informe publicado en marzo encontró que Beijing estaba explotando la pandemia mundial del virus del PCCh, que estalló por primera vez en Wuhan, China, para avanzar en sus objetivos económicos y cumplir con sus ambiciones más amplias.
«Beijing tiene la intención de utilizar la disrupción y la recesión mundial para atraer la inversión extranjera, para aprovechar la cuota de mercado y los recursos estratégicos, especialmente los que obligan a la dependencia [de China]», según el informe de Horizon Advisory, una consultora independiente con sede en Estados Unidos. El grupo revisó las recientes políticas y avisos anunciados por las agencias del gobierno central chino, los gobiernos regionales y los institutos de investigación.
Si bien un número creciente de países expresan su ira y frustración por la fallida gestión del brote por parte de Beijing, exacerbada por un encubrimiento de amplio alcance, la reacción contra sus esfuerzos por destacarse como líder mundial en la lucha contra la pandemia también va en aumento.
En un intento de mejorar su imagen, Beijing envió un montón de expertos médicos y suministros como mascarillas y respiradores a países que los necesitaban desesperadamente.
Pero muchos de los productos que entregaba resultaban ser defectuosos, mientras que los países desesperados por suministros no tenían más remedio que rechazar los insumos defectuosos. Los Países Bajos, España, Turquía, Finlandia, Gran Bretaña e Irlanda son solo algunos de los países que recibieron suministros defectuosos que resultaron ser inutilizables.
«Fuentes autorizadas de China afirman explícitamente que los estragos económicos y la disrupción que crea el COVID-19 dan a China la oportunidad de ampliar su dominio en los mercados mundiales y en las cadenas de suministro, tanto en la economía real como en el ámbito virtual», afirma el informe de Horizon Advisory. «También destacan que la crisis actual permitirá a Beijing revertir los esfuerzos de EE.UU. para proteger sus sistemas, y los de sus aliados, de China».
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“Guerra sin restricciones” del régimen chino contra occidente
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