Beijing aprovecha la pandemia para intensificar la vigilancia por Internet, según informe

Por Eva Fu
14 de octubre de 2020 10:23 PM Actualizado: 14 de octubre de 2020 10:23 PM

A medida que el mundo se tambalea por la pandemia, el régimen chino se ha convertido en la fuerza líder en la supresión de la libertad en Internet y la censura de las opiniones críticas que desafían la narrativa oficial, según un informe de un grupo de expertos con sede en Estados Unidos.

Freedom on the Net, un informe anual de Freedom House que evalúa la vigilancia digital en 65 países, nombró a Beijing como el peor abusador de la libertad digital por sexto año consecutivo.

Si bien los críticos online se han enfrentado a cargos o arrestos en 45 países por discursos relacionados con la pandemia, y 28 gobiernos han censurado posteos online con contenido desfavorable sobre el virus, «[En] ninguna lugar la censura ha sido más sofisticada y sistemática que en China», según el informe.

Eliminaciones automatizadas, eliminaciones masivas de contenido y cuentas de usuarios cerradas, despliegue de trolls y arrestos, junto con otras herramientas policiales que el régimen ha implementado para reforzar el control sobre la información relacionada con el virus, reflejan un estado de vigilancia en «extremos sin precedentes», dice el informe.

«La pandemia está normalizando el tipo de autoritarismo digital que el Partido Comunista Chino ha buscado incorporar durante mucho tiempo», dijo el instituto de investigación en un comunicado el 14 de octubre.

Personas que usan mascarillas como medida preventiva contra el coronavirus COVID-19 esperan en un semáforo en rojo antes de cruzar una calle durante la hora pico en Beijing, el 14 de octubre de 2020. (Nicolas Asfouri/AFP a través de Getty Images)

Control sobre la cobertura de los brotes

La creciente represión de Beijing durante el período crítico del brote afectó a cientos de millones de usuarios de Internet y de celulares, y obligó a los ciudadanos a autocensurarse, según el informe.

La Administración del Ciberespacio de China, el principal regulador de Internet del país, cerró 816 sitios web y eliminó 33,000 cuentas de redes sociales o grupos de chat en el primer trimestre de 2020 por postear información que consideró problemática, según el informe. La misma oficina, posteriormente, lanzó una campaña de dos meses para eliminar más de 6000 artículos online y 18,500 cuentas a lo largo de tres regiones, entre ellas Beijing, Shanghai y Guangdong.

Las crecientes demandas de control de contenido han impulsado la demanda para que las empresas contraten a censores de Internet —las llamadas «fábricas de censura»— y usen censura asistida a través de inteligencia artificial, señaló el informe.

The Epoch Times informó en febrero que la provincia de Hubei había activado más de 1600 trolls de Internet para eliminar información «sensible» online relacionada con el virus. Los censores tenían la tarea de monitorear el espacio digital las 24 horas del día, los 7 días de la semana para eliminar lo que consideraban «rumores» y postear comentarios alabando al gobierno, según muestra un documento filtrado.

People.cn, la versión online del medio estatal People’s Daily, ha proporcionado servicios de censura automatizados a otros sitios web y apps chinas. Su presidente proyectó que la industria de la censura crecerá para emplear a un millón de personas dentro de tres a cinco años, según el informe.

El departamento de propaganda del régimen también envió en febrero a cientos de reporteros de agencias de noticias estatales a Hubei, cuya capital, Wuhan, se convirtió en el epicentro del brote del país. Un exreportero de un medio pro-Beijing dijo a The Epoch Times citando fuentes en China que la principal prioridad del cuerpo de prensa era evitar la cobertura negativa y estar estrictamente en línea con el partido.

“El partido no resuelve el problema, sino que trata de deshacerse de quienes plantearon las preguntas”, dijo. “Y resolver el problema significa controlar la opinión pública”.

Los ciudadanos que cruzaron los límites al provocar frecuentemente al régimen tuvieron represalias inmediatas. Li Wenliang, el médico denunciante que advirtió sobre el riesgo de contagio a través de las redes sociales antes de que el gobierno reconociera el brote, fue reprendido y obligado a firmar una disculpa. También desapareció un grupo de ciudadanos reporteros que se arriesgaron a proporcionar información desde el terreno en Wuhan.

La presión para limitar el contenido desfavorable se extiende a las empresas ubicadas tanto dentro como fuera del país.

Se descubrió también que WeChat, la popular app china de redes sociales, tenía una lista negra con cerca de 2200 palabras clave relacionadas con COVID-19 entre el 18 de enero y el 14 de mayo, según un análisis del centro de investigación, Citizen Lab, con sede en Canadá. Las palabras clave evolucionaron con el tiempo y gradualmente pasaron de advertencias tempranas a críticas internas sobre la respuesta al virus y la diplomacia de las mascarillas por parte de Beijing.

Las autoridades también han recurrido a la intimidación y a la violencia para desalentar las críticas por Internet. En la provincia de Hunan, una practicante del grupo espiritual perseguido, Falun Dafa, pasó a la clandestinidad luego de que la policía la persiguiera por colocar carteles que contenían un código QR que les daba acceso a sitios web del extranjero con información sobre la pandemia.

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