El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo el 6 de abril que no ha hablado con el mandatario chino Xi Jinping sobre los orígenes del virus del PCCh, causante de la enfermedad COVID-19.
Mientras hablaba con los periodistas en la Casa Blanca, a Biden le preguntaron: «¿Ha tenido la oportunidad de preguntarle [a Xi] si estos informes son ciertos, que China quizás engañó al mundo al principio?»
«No he tenido esa conversación con el presidente Xi», dijo Biden.
Las últimas declaraciones de Biden ponen en tela de juicio hasta qué punto la Administración Biden presionará a China para que sea transparente sobre la COVID-19, teniendo en cuenta que Biden y Xi mantienen una relación desde hace años.
La semana pasada, el secretario de Estado Antony Blinken se mostró evasivo cuando le preguntaron si Washington pediría cuentas a Beijing por la forma en que manejó la pandemia.
En un discurso pronunciado en 2020 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el expresidente Donald Trump dijo que el mundo «debe pedir cuentas a China por sus acciones» en relación con la pandemia.
El 30 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un controvertido informe, elaborado por un equipo de expertos chinos y extranjeros, basado en las conclusiones de una misión de investigación en la ciudad central china de Wuhan hace unos meses.
El informe concluyó que la posibilidad de que el virus del PCCh (Partido Comunista Chino) se filtrara desde un laboratorio era «extremadamente improbable», una conclusión que reforzaba la habitual negación de Beijing de que su Instituto de Virología de Wuhan fuera la fuente de la pandemia.
Muchos han señalado al laboratorio de Wuhan como la posible fuente del virus, incluido el exdirector de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, el Dr. Robert Redfield. En enero, el Departamento de Estado de EE. UU. publicó una hoja informativa en la que afirmaba que «tenía razones para creer» que varios investigadores del instituto enfermaron con síntomas consistentes tanto con la COVID-19 como con enfermedades estacionales comunes en el otoño de 2019.
Por otra parte, el informe tampoco refutó otra afirmación de Beijing de que la posibilidad de que el virus se originara en alimentos contaminados provenientes de la «cadena de frío» era «posible» pero no probable. China ha sospechado que las importaciones de alimentos congelados podrían estar contaminadas con el virus.
Desde entonces, el informe ha sido muy criticado. El 30 de marzo, 14 países, entre ellos Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido, emitieron un comunicado conjunto en el que cuestionaban el informe y pedían un «análisis y una evaluación transparentes e independientes».
Varios legisladores estadounidenses también criticaron el informe por considerarlo tendencioso.
«El informe de la Organización Mundial de la Salud no es más que un producto de la maquinaria propagandística de China», dijo el representante James Comer (R-Ky.), el republicano de mayor rango en el Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes, en un comunicado.
Comer añadió: «Desde el inicio de esta investigación, la OMS dio permiso al Partido Comunista Chino para manipular los datos del informe, excluir a los científicos estadounidenses y elaborar las conclusiones finales del mismo. Se trata de un intento descarado de China de alterar la realidad y ocultar la verdad».
Fabian Leendertz, veterinario y microbiólogo del Instituto Robert Koch de Alemania y uno de los expertos que se desplazaron a Wuhan para la misión de investigación, declaró a la revista Science que el informe «era un acuerdo» entre diferentes expertos.
«Y en un acuerdo, hay que respetar las opiniones de los demás», declaró Leendertz.
Zhang Hai, residente en Wuhan, declaró a Radio Free Asia el 31 de marzo que las autoridades chinas deben dejar de afirmar que el virus se originó en los paquetes de alimentos congelados importados. Zhang es conocido por haber interpuesto una demanda contra el gobierno municipal de Wuhan en busca de una indemnización por su difunto padre, que murió a causa de la COVID-19 en febrero del año pasado.
«Si llegó a China en los alimentos congelados, ¿por qué no hubo primero un brote en el extranjero? ¿Por qué se produjo el brote en China?», preguntó Zhang.
«Ahora una cuestión tan importante se ha visto envuelta en la burocracia de la OMS, y ahora no se ha investigado adecuadamente», dijo, añadiendo que la OMS se ha convertido en una marioneta del régimen chino.
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