El líder chino Xi Jinping no es el «viejo amigo» del presidente Joe Biden, dijo éste el 16 de junio al plantear su preocupación por la voluntad de Beijing de ayudar a encontrar los orígenes de la pandemia del virus del PCCh (Partido Comunista Chino).
Al preguntársele si el presidente llamaría a Xi y le pediría «de viejo amigo a viejo amigo» que volviera a admitir a los investigadores de la Organización Mundial de la Salud, Biden dijo: «Vamos a dejar algo claro: Nos conocemos bien, no somos viejos amigos. Son puros negocios».
Las declaraciones parecían distanciarse de los comentarios anteriores de Biden, en los que intentaba destacar su estrecha relación con Xi, entablada cuando era vicepresidente.
Xi era el vicepresidente de China y, por tanto, el homólogo de Biden en aquella época. Ambos habían pasado más de 24 horas en reuniones privadas y 17,000 millas viajando juntos durante ese tiempo, según Biden. Durante un viaje de Biden a Beijing en 2013, Xi se dirigió al entonces vicepresidente como «mi viejo amigo«.
Biden, en una rueda de prensa tras su reunión con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en Ginebra, expresó su escepticismo sobre la cooperación del régimen chino con una investigación sobre el origen del virus.
«China se esfuerza por proyectarse como una nación responsable y muy, muy comunicativa, y se esfuerza por hablar de cómo está ayudando al mundo en términos del COVID-19 y vacunas», dijo el presidente.
«Mira, ciertas cosas no tienes que explicarlas a la gente del mundo, ellos ven los resultados. ¿Está China realmente tratando de llegar al fondo de esto?».
Biden ordenó en mayo a sus ayudantes que encontraran respuestas al origen del virus que causa el COVID-19, del que se reportó por primera vez en la ciudad china de Wuhan, y dijo que las agencias de inteligencia estadounidenses están estudiando otras teorías, entre las que se encuentra la posibilidad de un accidente de laboratorio en China.
A principios de este año, un equipo de científicos extranjeros y chinos reunidos por la OMS que pasó dos semanas en Wuhan en febrero concluyó en su informe que el virus se transmitió «probablemente» de los murciélagos a los humanos a través de otro animal, y que la posibilidad de que se filtrara desde un laboratorio era «extremadamente improbable».
Pero el informe fue ampliamente criticado, y Washington y otros gobiernos dijeron que el estudio era «insuficiente y no concluyente». Además, Beijing se negó a proporcionar al equipo los datos brutos de los primeros casos de COVID-19 y a dar acceso a los registros del Instituto de Virología de Wuhan, el laboratorio que está en el centro de la teoría de la filtración.
En las últimas semanas, Estados Unidos y sus aliados han intensificado sus peticiones para que se investigue a fondo el origen de la pandemia, al tiempo que han aumentado la presión sobre Beijing para que coopere plenamente.
El 13 de junio, los líderes del Grupo de los Siete emitieron una declaración conjunta en la que pedían «un estudio de los orígenes del COVID-19 de fase 2, oportuno, transparente, dirigido por expertos y con base científica, convocado por la OMS, que incluya, como recomienda el informe de los expertos, a China».
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo a principios de esta semana «Tenemos que entender lo que ha pasado. Tenemos que llegar al fondo del asunto. Y estamos trabajando en ello a través de la OMS. También estamos trabajando en ello nosotros mismos».
Con información de Reuters.
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