El Departamento de Estado de EE. UU. publicó recientemente un documento en el que describía las amenazas de China al orden internacional y cómo combatirlas.
En un informe de 74 páginas, la Oficina de Planificación de Políticas del Departamento de Estado examina cómo las ambiciones globales del Partido Comunista Chino (PCCh) han desencadenado una nueva era de competencia entre las grandes potencias.
El departamento advirtió que el PCCh busca «reemplazar el orden internacional establecido basado en estados-nación libres y soberanos con una unidad de naciones en deferencia compartida a la interpretación del socialismo internacional del PCCh».
El informe cita como ejemplos la recopilación de datos de Beijing a través de tecnología intrusiva; el robo de propiedad intelectual; la militarización del Mar de la China Meridional para reclamar derechos territoriales; la represión de las libertades en Hong Kong; y los acuerdos comerciales predatorios a través de proyectos de inversión de la Franja y la Ruta.
El régimen chino ejerce su destreza económica para obligar a los países a cumplir sus órdenes y «hacer que las sociedades y la política de las naciones extranjeras se adapten mejor a las especificaciones del PCCh», dice el informe.
El Departamento de Estado también señaló que el régimen de Beijing está desarrollando «un ejército de clase mundial para rivalizar y, finalmente, superar al ejército de Estados Unidos», según el documento.
El informe determinó que la esperanza inicial de Estados Unidos de que involucrarse económicamente con el régimen chino impulsaría al país a adoptar la liberalización política no se hizo realidad. En cambio, el régimen chino se convirtió en una poderosa «dictadura marxista-leninista» que busca influir en otros países para que sirvan a los «objetivos autoritarios de Beijing», dice el departamento.
A pesar de la agresión de China, el informe explica que el PCCh tiene debilidades notables, algunas «endémicas de la autocracia», como las limitaciones en la innovación, inestabilidad económica, corrupción, y dificultades para formar y mantener alianzas.
En especial, el documento señala que a raíz de la pandemia del COVID-19, la cual se originó en la ciudad china de Wuhan, Beijing ha inducido «una creciente ira internacional por el desprecio del PCCh hacia la vida humana, la indiferencia por el bienestar de otras naciones y el desprecio de las normas y obligaciones internacionales».
En el frente económico, las vulnerabilidades del régimen chino también han aumentado.
El informe cita la declaración del primer ministro Li Keqiang de que aproximadamente la mitad de su población–600 millones–tenía ingresos medios o bajos, lo cual significa que ellos no podían permitirse alquilar una habitación en una ciudad china de nivel medio.
El desarrollo económico de China ha llevado al empeoramiento de las condiciones demográficas, la degradación ambiental, y el aumento de la corrupción, mientras que el control cada vez más estricto sobre la población ha provocado más protestas, señala.
La economía de China también depende en gran medida de la exportación de sus productos hacia Estados Unidos y otros países, y de la utilización del dólar estadounidense para liquidar sus transacciones internacionales. Los sectores de fabricación avanzada del país también tienen que importar microchips sofisticados y otros bienes tecnológicos de alto valor desde los Estados Unidos y otras naciones industriales avanzadas.
«Esto deja a sectores críticos de la economía de China vulnerables a la interrupción temporal por la imposición de controles de exportación por parte de gobiernos extranjeros», afirma el documento.
Para combatir las amenazas del PCCh, Estados Unidos debe fortalecer sus alianzas, mantener su poderoso ejército, y educar a sus ciudadanos sobre el «alcance y las implicaciones del desafío de China».
La nueva generación de funcionarios del gobierno y estrategas políticos de Estados Unidos deberían recibir capacitaciones para comprender mejor el régimen chino, afirma el departamento.
El informe también dice que Estados Unidos debería tratar de comprometerse con Beijing en términos de «justicia y reciprocidad», mientras «restringe y disuade a la República Popular China [República Popular China] cuando las circunstancias lo requieran, y apoyar a quienes buscan la libertad en China».
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