El sitio de transmisión de vídeos en vivo de Amazon, Twitch, prohibirá el acceso a su plataforma a cualquier usuario que considere miembro de un «grupo de odio». La compañía no quiso decir qué grupos considera como tales.
La compañía anunció el 7 de abril que empezará a prohibir el acceso a los usuarios por «delitos graves que supongan un riesgo sustancial para la seguridad de la comunidad de Twitch, incluso si estas acciones ocurren completamente fuera de Twitch».
Además de la participación en actividades delictivas, como terrorismo, «violencia mortal», agresión sexual y explotación infantil, Twitch también expulsará a los usuarios por «liderazgo o pertenencia a un grupo de odio conocido».
Cuando se le pidió más detalles, un portavoz de Twitch dijo que la compañía mantiene una lista interna de dichos grupos y que está utilizando múltiples fuentes y criterios para compilarla, incluida información de organizaciones sin fines de lucro. Al menos por ahora, la compañía no publicará la lista, dijo el vocero.
La empresa no quiso decir qué es lo que hace que un grupo entre en la lista negra.
El portavoz indicó que la pertenencia a un «grupo de odio» tendrá que ser verificable, determinada en función de la preponderancia de la evidencia, que es un estándar legal para los casos civiles, lo que generalmente significa que hay más del 50 por ciento de posibilidades de que algo sea cierto.
La decisión de mantener la lista en secreto encaja en un patrón de censura por parte de las Big Tech. Tales empresas mantienen al público, al menos, parcialmente en la oscuridad sobre lo que hacen y lo que no permiten. En el pasado, los regímenes comunistas han utilizado un enfoque similar para inducir la autocensura.
Amazon ha aumentado recientemente la censura, prohibiendo los libros que contienen, supuestamente, «discurso de odio», una etiqueta cuyo significado no explican.
Las Big Tech han endurecido la censura en los últimos años, y están enfrentando críticas, no solo por ir demasiado lejos, sino por aplicarla de una manera políticamente sesgada. Algunas de las empresas han dicho que sus productos se desarrollan y administran como algo políticamente neutral, pero las cuentas de los empleados y los materiales internos filtrados indican que estas empresas, de hecho, están infundiendo su política, que es abrumadoramente izquierdista, en sus productos.
Mientras tanto, los legisladores demócratas han presionado a las empresas para que, incluso, aumenten la censura.
Los republicanos han estado estudiando estrategias para frenar la censura por Internet, pero sus esfuerzos han sufrido, en gran medida, obstáculos por la sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones, que protege a las empresas de Internet de la responsabilidad por la eliminación de buena fe de contenidos «objetables».
Algunos republicanos han dicho que la ley necesita una renovación, ya que fue redactada para una incipiente industria de Internet a mediados de la década de 1990, una pequeña industria que necesitaba protecciones legales, no gigantes tecnológicos de un billón de dólares a los que algunos consideran casi como monopolios.
La administración Trump intentó establecer normas que marcarían, al menos, parte de la censura como ausente de buena fe y por lo tanto no cubierta por la sección 230, pero es poco probable que la administración Biden continúe con esos esfuerzos.
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, presentó una propuesta que podría eludir las protecciones de la sección 230 al pedir más transparencia, vincular las medidas contra la censura a las regulaciones electorales estatales y otorgar a los usuarios más control sobre la vigilancia de contenidos.
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