El virus que causó la pandemia de COVID-19 podría haber sido el resultado de una fuga de armas biológicas en China, según David Asher, antiguo investigador principal de COVID-19 en el Departamento de Estado de Estados Unidos.
«Esto podría haber sido un vector armamentístico que salió mal; no fue liberado deliberadamente, sino que estaba en desarrollo y luego se filtró de alguna manera», dijo Asher el 12 de marzo durante una mesa redonda en el Hudson Institute.
Asher añadió: «Esto ha resultado ser el arma más grande de la historia. Ha eliminado entre el 15 y el 20 por ciento del PIB mundial. Ha matado a millones de personas. La población china apenas se ha visto afectada. Su economía ha vuelto a ser la número uno de todo el G20».
El virus del PCCh (Partido Comunista Chino), que causa la enfermedad COVID-19, apareció por primera vez en la ciudad central china de Wuhan a finales de 2019. Durante mucho tiempo se especuló con que un laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan, donde los científicos han llevado a cabo una amplia investigación sobre los coronavirus de los murciélagos, era la fuente del brote, posiblemente debido a una fuga accidental.
Esa teoría fue declarada «extremadamente improbable» por el experto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Peter Ben Embarek el 8 de febrero, tras una misión de investigación de dos semanas en Wuhan. Sin embargo, a los pocos días el jefe de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, pareció retractarse de esta afirmación, afirmando que «todas las hipótesis siguen abiertas y requieren más estudios».
Una hoja informativa publicada por el Departamento de Estado de EE. UU. en enero afirmaba que «tenía razones para creer» que varios investigadores del instituto enfermaron con síntomas consistentes tanto con la COVID-19 como con las enfermedades estacionales comunes en otoño de 2019. Un investigador principal del instituto dijo en julio de 2020 que no había «ningún contagio» entre el personal del laboratorio y los estudiantes.
Asher observó que China dejó de hablar públicamente sobre sus investigaciones en el laboratorio de Wuhan en 2016. Una noche de ese mismo año, recordó haber escuchado a un analista militar chino hablar en la prensa estatal china de cómo «hemos entrado en un área de guerra biológica china, e incluso usando cosas como virus».
«Es decir, hicieron unas declaraciones públicas a su pueblo de que esta es una nueva prioridad bajo la política de seguridad nacional de Xi [el mandatario chino Xi Jinping]», dijo Asher.
Asher dudó de que fuera una coincidencia y añadió que 2016 podría ser el año en que los militares chinos se involucraran en programas biológicos en el laboratorio de Wuhan.
«Hay que entender (…) la naturaleza del estado comunista en China, y su enfoque secreto y de doble uso de todo lo militar para poder apreciarlo», dijo Asher. Añadió que creía que nadie en la OMS entendía a China lo suficientemente bien como para saber que podía «ofuscar» sus programas clasificados.
China tampoco cooperó durante la fase inicial del brote. Asher dijo que Estados Unidos y sus aliados hicieron casi 100 solicitudes a China, ya sea para pedir su asistencia o para ofrecer ayuda.
China las rechazó todas y dijo repetidamente que el virus no era contagioso, aunque sabía que se estaba propagando de persona a persona, según Asher.
En un principio, la OMS hizo suya la afirmación de Beijing de que el virus no era contagioso, desestimando una advertencia por correo electrónico de Taiwán.
Un artículo científico publicado el año pasado concluyó que Beijing ocultó la transmisibilidad del virus durante al menos tres semanas antes de reconocer públicamente que el virus era contagioso el 20 de enero de 2020.
Jamie Metzl, asesor de la OMS y miembro principal del Atlantic Council, también intervino en el panel, criticando la misión de investigación de la OMS como «no una verdadera investigación».
«Fue más bien un viaje de estudio de dos semanas con acompañante, en el que se les dio información muy curada», dijo Metzl.
El 4 de marzo, Metzl publicó una carta abierta en la que pedía una «investigación forense internacional completa y sin restricciones» sobre los orígenes del virus. La carta señalaba cómo los expertos del equipo de la OMS no fueron examinados «adecuadamente» en busca de conflictos de intereses.
Se ha descubierto que dos expertos extranjeros del equipo de la OMS —Peter Daszak y Marion Koopmans— tienen claros vínculos con el régimen chino.
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