El centenario de la existencia del Partido Comunista Chino (PCCh) no es motivo de celebración, según los legisladores estadounidenses, sino un momento para recordar a los millones de víctimas asesinadas y maltratadas por el régimen.
El 1 de julio, el PCCh celebró un acto a gran escala en la Plaza Tiananmen de Beijing para conmemorar su centenario. La celebración incluyó el sobrevuelo de aviones militares, salvas de cañón y un coro de 3000 personas que cantaron canciones socialistas.
“Hoy, Beijing celebra los 100 años del Partido Comunista Chino mientras el pueblo chino y el resto del mundo lamentan sus contribuciones a la sociedad: millones de muertos por sus atrocidades, trabajo esclavo, genocidio, persecución religiosa, sustracción de órganos y una pandemia mundial”, escribió el senador Tom Cotton (R-Ark.) en Twitter.
Desde su fundación en 1921 y luego, desde que llegó al poder en 1949, el Partido ha lanzado olas de atrocidades masivas que han causado decenas de millones de muertes no naturales y la destrucción de la cultura y los valores tradicionales chinos.
Hasta el día de hoy, el régimen comunista, usando tecnología avanzada, persigue a millones de creyentes religiosos, minorías étnicas y disidentes con el propósito de vigilar y controlar a sus ciudadanos. Los atrapados por la represión del Partido han sufrido detenciones, torturas, trabajos forzados, vigilancia e incluso sustracción forzada de órganos.
En la región de Xinjiang, Beijing ha desplegado una gran represión contra los uigures y otras minorías musulmanas, deteniendo a más de 1 millón de personas en una red de campos de internamiento. La campaña ha sido calificada como genocidio por el gobierno de Estados Unidos y por los parlamentos de otros países occidentales.
Mientras tanto, los practicantes de Falun Gong, los budistas tibetanos y los cristianos independientes son el objetivo de la «guerra contra la fe» del régimen, tal como lo han descrito los funcionarios estadounidenses.
En Hong Kong, el PCCh está reforzando rápidamente su control con la ayuda de una draconiana ley de seguridad nacional impuesta a la ciudad el año pasado. Desde entonces, las fuerzas a favor de la democracia se han visto afectadas a causa de las detenciones masivas y del reciente cierre forzoso de un destacado periódico prodemocracia.
«El lema del PCCh es y ha sido siempre que los amordazados y los muertos no se rebelan, y se lo han tomado al pie de la letra», dijo el senador Ben Sasse (R-Neb.) en un comunicado. «Han hecho caer el martillo de hierro sobre los buscadores de libertad, las minorías religiosas y étnicas, los disidentes políticos y los ciudadanos de a pie, mediante el asesinato descarado, los campos de tortura de reeducación, las desapariciones y la esterilización forzada».
Haciendo alusión a los abusos del PCCh, el representante Robert Aderholt (R-Ala.) describió el centenario como «un hito oscuro en la historia».
Otros legisladores exigieron justicia para las víctimas del régimen.
«Debemos hacer que el Partido Comunista Chino rinda cuentas», dijo la representante Michelle Steel (R-Calif.) en un tuit.
La semana pasada, un grupo bipartidista de legisladores presentó una resolución que enumera y condena los graves abusos del Partido desde su fundación. El representante Mike Gallagher (R-Wis.), patrocinador principal del proyecto de ley, dijo que la resolución tiene como objetivo «dejar al descubierto la verdadera naturaleza del PCCh para que todo el mundo la vea».
«Se trata de ilustrar que los abusos que estamos viendo hoy en día por parte del Partido, incluido el genocidio en Xinjiang, no son un fenómeno nuevo», dijo Gallagher en una conferencia de prensa el 29 de junio. «Los abusos a los derechos humanos están metidos en el propio ADN del Partido Comunista Chino».
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