Joe Biden no debe convertirse en presidente

Por Brian Cates
27 de noviembre de 2020 5:27 PM Actualizado: 27 de noviembre de 2020 5:52 PM

Opinión

Como mencioné en una columna anterior, según la evidencia disponible públicamente, la familia Biden posiblemente era una amenaza para la seguridad nacional mientras que Joe Biden era vicepresidente de Estados Unidos. Y ni siquiera hemos visto toda la evidencia que estaba en la computadora portátil presuntamente abandonada de Hunter Biden, todavía.

Si la familia Biden fuera puesta en la Casa Blanca, no solo resurgirían los mismos problemas que los convirtieron en una amenaza a la seguridad nacional anteriormente, sino que la amenaza también se vería aumentada debido a que Biden ocuparía un cargo mucho más poderoso y trascendente.

Incluso sin tener en cuenta los negocios turbios que la familia Biden estaba haciendo en naciones como China, Irak y Ucrania, todavía existen importantes problemas de seguridad.

No hay una forma delicada de decir esto: Hunter Biden es una amenaza de soborno. Dado lo que ya se ha revelado desde la computadora portátil, casi no hay duda de que el joven Biden sería un objetivo principal de los servicios de inteligencia extranjeros, y eso suponiendo que aún no se haya visto comprometido.

La historia del nepotismo de Biden fue siempre un «secreto a voces»

El nepotismo de la familia Biden fue siempre uno de los mayores secretos a voces en Washington. Todo el mundo lo sabía, se discutió y se publicaron artículos sobre el tema en los principales medios de comunicación. Pero nunca se hizo nada al respecto.

Se escribieron múltiples noticias y se hicieron «preguntas preocupantes» brevemente en 2012 después que Jim Biden recibió un contrato de construcción de 1500 millones cuando Joe era el hombre clave de la administración Obama en Irak. Esto sucedió a pesar de que Jim Biden no tenía experiencia previa en la industria de la construcción.

Luego, Hunter Biden en abril de 2014 aparentemente fue privilegiado con un puesto en el directorio corporativo extremadamente lucrativo en una empresa de energía ucraniana llamada Burisma. Esto sucedió poco después que su padre fuera designado como el principal hombre de la Casa Blanca de Obama en la gestión de Ucrania. En ese momento, se publicaron varias noticias que señalaban provisionalmente que el joven Biden no tenía absolutamente ninguna experiencia en la industria energética.

Entonces, a pesar de que Jim Biden no tiene experiencia en construcción y Hunter Biden no tiene experiencia en la industria energética, se les estaban confiriendo públicamente lucrativos acuerdos de negocios y puestos en la junta. No fue difícil ver por qué. Esto tenía mucho más que ver con su apellido que con cualquier habilidad o historial laboral que tuvieran.

Esto tenía mal aspecto en ese momento, por lo que surgieron preguntas. Sin embargo, Joe Biden tenía una táctica estándar que le había servido bien durante años cada vez que algún periodista molesto se atrevía a preguntarle sobre estos flagrantes conflictos de intereses.

El vicepresidente negaría enérgicamente que estos conflictos de intereses existieran y declararía que nunca discutió estos acuerdos de negocios o trabajos en el extranjero con miembros de su familia. Biden simplemente diría que no tenía nada que ver con nada de esto, nunca se habló de ello dentro de la familia, por lo que el problema desaparecería nuevamente —al menos por un tiempo.

Esta autodefensa siempre fue absurda, y lo es aún más ahora, dado lo que han revelado la computadora portátil y denunciantes como Tony Bobulinski.

A pesar de estos recientes acontecimientos, Biden se ha negado obstinadamente a dar nuevas respuestas a estas importantes preguntas. Él emite negaciones cada vez más iracundas y luego se marcha rápidamente.

Joe Biden: entusiasta animador del régimen del PCCh

Cuanto más sale a la luz, más probable es que Joe Biden esté indebidamente influenciado por el régimen de Beijing. Siempre fue uno de los animadores más entusiastas del Partido Comunista Chino (PCCh) entre la élite política.

Desde la histórica visita del expresidente Richard Nixon a China en 1972 (que también fue cuando Biden ingresó por primera vez al Senado de EE. UU.), la estrategia de aprovechar los vastos mercados chinos han vacilado en la cabeza de los agentes de poder de EE. UU. en Washington y Wall Street.

La pandemia reciente, el derrocamiento de las protestas democráticas de Hong Kong, el trato para el pueblo uigur y la cobardía de la NBA son la cruda realidad de hacia dónde los ha llevado la codicia de algunos. Los políticos y las corporaciones estadounidenses han estado doblando las rodillas ante los verdaderos tiranos desde hace algún tiempo; este comportamiento repugnante simplemente no recibió mucha atención hasta este año.

Hasta que Donald J. Trump ganó las elecciones presidenciales de 2016 no hubo ninguna discrepancia seria contra las actividades subversivas de China en Estados Unidos y otros lugares.

Se pasaron décadas deslocalizando industrias estadounidenses clave a países extranjeros como China. Ahora, como una cuestión de seguridad nacional vital tras la pandemia del virus del PCCh, el presidente Trump ha comenzado un desacoplamiento muy necesario de China, trayendo esas industrias de regreso a Estados Unidos.

Esta política explícita de Trump es algo que muchas élites políticas en el Congreso de EE. UU. en los grupos de expertos de Washington y en las empresas de cabildeo de Wall Street están desesperadas por detener. Estas personas pasaron las últimas décadas siendo recompensadas de manera bastante lucrativa por supervisar el desmantelamiento de la industria estadounidense y enviarla a lugares como China.

Biden ya dejó en claro que si asume el poder en la Casa Blanca, tiene la intención de revertir toda la política exterior de Trump sobre Irán, Rusia y posiblemente sobre China.

Solo por esta razón, creo que es imperativo que Trump prevalezca en sus recursos legales y que Joe Biden nunca se convierta en presidente.

Biden promete una revocación total de todas las políticas clave de Trump

Biden no ha tenido reparos en jactarse de lo que hará si ingresa a la Casa Blanca. Comenzará una revocación completa de casi todas las políticas clave de Trump de los últimos cuatro años. Las implicaciones de eso son asombrosas.

Como ejemplo, es difícil ver cómo alguno de los nuevos acuerdos de paz entre Israel y sus vecinos árabes sobrevivirá al mandato de Biden. Él tiene la plena intención de acoger a Irán nuevamente mientras restablece el acuerdo con Irán.

Biden también se ha jactado de que revocaría por completo las políticas de inmigración de Trump, detendrá la construcción del muro fronterizo y volverá a abrir las fronteras.

En cuanto a la economía, el asesor de Biden está hablando de un cierre nacional que durará de 4 a 6 semanas. Eso se llevaría la economía en recuperación y la hundiría, quizás hasta el punto de que nunca pudiera recuperarse.

Por supuesto, Biden no tendría autoridad constitucional para ordenar un cierre nacional, al igual que no tendría autoridad para instituir el mandato del uso nacional de la mascarilla del que con frecuencia habla. Pero todos sabemos en este punto que los gobernadores estatales azules y los alcaldes demócratas de las grandes ciudades harán lo que se les diga.

Por lo tanto, es absolutamente imperativo que Biden nunca ingrese a la Oficina Oval. Las próximas semanas previas al 14 de diciembre, fecha programada para la votación del Colegio Electoral, serán cruciales para determinar el destino de esta República —y de gran parte del resto del mundo.

Brian Cates es un escritor que reside en el sur de Texas y es autor de «Nobody Asked For My Opinion…But Here Is Anyway!» Se le puede contactar en Twitter @drawandstrike.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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