La delegación de Beijing acudió a Alaska para «anotarse un tanto de propaganda barata» mientras intentaba desviar la atención internacional de los abusos del régimen chino, dice el asesor para China del exsecretario de Estado Mike Pompeo.
La semana pasada, el secretario de Estado Antony Blinken y el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca Jake Sullivan mantuvieron una reunión de dos días en Anchorage con sus homólogos chinos: el ministro de Asuntos Exteriores Wang Yi y el alto diplomático Yang Jiechi.
Las conversaciones bilaterales han sido recordadas desde entonces no por lo que hablaron las dos partes, sino por la forma en que la delegación china tuvo una rabieta diplomática durante la reunión en persona. Yang, en particular, se desvió de los protocolos diplomáticos habituales y arremetió contra Estados Unidos, diciendo que era una país con una democracia en dificultades y una nación donde se trataba mal a las minorías.
El arrebato público de Yang ha sido desde entonces muy criticado por varios legisladores y exfuncionarios estadounidenses. Mientras tanto, la prensa estatal china ha promocionado que la reunión fue una victoria diplomática para Beijing, y el periódico extremista chino Global Times la calificó como «una gran muestra de la fuerza de China» en un artículo publicado el 20 de marzo.
Miles Yu, un académico de origen chino que ayudó a dar forma a la política exterior de la Administración Trump, dijo que la delegación china no viajó a Alaska con la intención de resolver los problemas subyacentes a la relación bilateral, sino para promover la agenda política del régimen chino.
«Están aquí para, básicamente, tratar de desacreditar la democracia estadounidense, intentar dar un golpe bajo», dijo Yu en una entrevista con el programa «American Thought Leaders» de The Epoch Times.
Las conversaciones de Alaska se produjeron en un «momento muy singular», en el que el régimen chino está «aislado internacionalmente de forma sin precedentes», dijo Yu.
En los últimos años, los responsables políticos de todo el mundo se han alarmado cada vez más por la forma en que el Partido Comunista Chino (PCCh) representa una amenaza para su gobierno, sus sistemas económicos y su seguridad nacional a medida que Beijing se vuelve más asertivo.
El público en general de muchos países también ve a China de forma negativa. En octubre de 2020, una encuesta del Pew Research Center mostró que las opiniones negativas sobre China en nueve países —incluidos Australia, Canadá, Corea del Sur, el Reino Unido y Estados Unidos— habían alcanzado sus niveles más altos en más de una década.
En Estados Unidos, la Administración Trump pasó cuatro años haciendo frente a las influencias malignas de China, incluidas las prácticas comerciales desleales y el espionaje.
En marzo, otra encuesta del Pew Research Center mostró que más del 70 por ciento de los estadounidenses afirmaban que Washington debía plantar cara al PCCh por su historial de derechos humanos, incluso si eso significa que los lazos económicos bilaterales sufran un golpe.
El encubrimiento inicial por parte de Beijing del virus del PCCh, causante de la enfermedad COVID-19, también ha contribuido a la reacción mundial contra el régimen chino. En la fase inicial de la pandemia, Beijing silenció a los médicos denunciantes que intentaron advertir al público de una nueva forma de neumonía.
Como resultado, la delegación china viajó a Alaska para desahogarse, intentando culpar a Estados Unidos como único país responsable del aislamiento internacional de China, según Yu.
Y añadió: «Vienen aquí para, básicamente, desviar el foco del verdadero problema del día, que son los desafíos globales que plantea el Partido Comunista Chino».
La diplomacia del PCCh
La explosión pública de la delegación china también fue útil en un aspecto, según Yu.
«Me parece que los chinos han perdido [su] gracia, su delicadeza diplomática y aplomo, pero eso es en realidad muy ilustrativo para que el resto del mundo lo vea, para que vea cómo funcionan realmente los diplomáticos chinos», dijo.
«Los diplomáticos chinos no son realmente diplomáticos, en sí mismos, son los agentes de la voluntad del Comité Central del Partido Comunista Chino», añadió, refiriéndose al órgano que comprende a los máximos dirigentes del Partido.
Yu dijo que Yang era conocido como un hombre con habilidad política, pero que se comportara así en público demostraba que simplemente actuaba siguiendo las órdenes de los altos dirigentes chinos para comportarse como un matón o «lobo guerrero» en Alaska. El PCCh ha adoptado cada vez más una forma agresiva de diplomacia apodada «lobo guerrero» en un intento de esquivar las crecientes críticas internacionales por sus agresiones.
No obstante, Yu dijo que le parecía «absolutamente descabellado» que la delegación china diera un sermón a Estados Unidos sobre la virtud de la democracia, dado el historial de abusos de los derechos humanos en China contra los disidentes, los grupos religiosos, los musulmanes uigures y Falun Gong, y la práctica sancionada por el Estado de sustracción de órganos a los prisioneros de conciencia.
En enero, el entonces secretario de Estado Mike Pompeo declaró que Beijing había cometido «genocidio» y «crímenes contra la humanidad» contra los musulmanes uigures. El 22 de marzo, Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y la Unión Europea dieron a conocer conjuntamente las sanciones impuestas a seis funcionarios chinos responsables de abusos contra los derechos humanos de los uigures en Xinjiang.
Cuando los funcionarios chinos critican a Estados Unidos, es muy diferente a que los estadounidenses critiquen a su propio país, dijo Yu.
«Los estadounidenses criticamos nuestro sistema porque deseamos que nuestro sistema sea mejor», dijo.
«Cuando el Partido Comunista Chino critica el sistema estadounidense, no nos desea lo mejor. Desafía los cimientos de la democracia estadounidense. Básicamente intenta destruir todo el sistema de libertad y democracia. Ellos [el PCCh] son completamente diferentes».
Mirando hacia atrás en las conversaciones, Yu dijo que la delegación china perdió una oportunidad de trabajar con la Administración Biden porque la administración realmente quería «encontrar áreas comunes para trabajar con China».
En conclusión, Yu dijo que la Administración Biden debe aprender una lección de las conversaciones de Alaska.
«Hay que tratar a China con franqueza, con fuerza, con fuerza no disculpada y con confianza en nuestro propio sistema democrático. No dejen que los propagandistas chinos se aprovechen de ustedes», dijo.
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