Las autoridades de Shanghai, que están lidiando con su peor brote de COVID-19 desde el comienzo de la pandemia, reportaron sus primeras muertes el 18 de abril.
Los tres fallecidos eran ancianos, padecían varias enfermedades graves, como síndrome coronario agudo, diabetes, hipertensión arterial y secuelas de infarto cerebral, y no habían sido vacunados, dijo Wu Qianyu, inspector de la comisión de salud de la ciudad.
“La causa directa de la muerte es su enfermedad subyacente”, dijo Wu a los periodistas en la sesión informativa del lunes. Agregó que otros 16 pacientes se encuentran actualmente en estado grave.
El anuncio oficial de las muertes se realizó ante las crecientes especulaciones de que las autoridades del régimen, que tienen un historial de minimizar y encubrir la información sobre los brotes en todo el país, han subestimado las víctimas mortales del COVID-19.
El informe supone la segunda vez que las autoridades registran muertes este año. Las primeras muertes reportadas se produjeron en marzo, cuando dos personas mayores de 60 años murieron tras contraer COVID-19 en la provincia nororiental de Jilin. En 2021, China solamente registró dos muertes.
El Partido Comunista Chino (PCCh) aprovechó la noticia para afirmar que únicamente su política “reducción a cero COVID” podría mantener el número de muertos en un nivel tan bajo, como se afirma en un comentario publicado en la agencia de noticias estatal china Xinhua.
Sin embargo, los expertos y los residentes se muestran escépticos sobre la fiabilidad de los recuentos oficiales de muertes del régimen. La tasa de mortalidad oficial de China se subestimó en un 17,000 por ciento, según George Calhoun, director del programa de finanzas cuantitativas del Instituto de Tecnología Stevens, citando modelos de la revista The Economist.
A inicios de este mes, los artículos y los posteos en las redes sociales dijeron que los pacientes murieron en un centro de atención a personas de la tercera edad de Shanghái y en otras instalaciones médicas que están luchando contra brotes de COVID-19 no reportados. Al menos 20 personas murieron en el Hospital de Atención a Ancianos de Donghai, según The Wall Street Journal.
El medio de comunicación nacional Caixin también informó de que se habían contabilizado docenas de muertes en el mismo centro, pero el artículo fue retirado rápidamente.
Aunque los detalles de cada caso son difíciles de verificar, destacan la creciente preocupación de que el brote sea más grave de lo que las autoridades han revelado. Muchos residentes también han dicho a The Epoch Times que algunas cifras de casos se han subestimado.
Shanghái reportó unos 22,000 casos nuevos el 17 de abril, lo que elevó el total de infecciones oficiales en la ola actual a más de 300,000. A nivel nacional, China dijo que 23,362 personas habían dado positivo en las últimas 24 horas.
Sin embargo, la mayoría de los casos reportados fueron asintomáticos, generando dudas sobre la necesidad de medidas estrictas del libro de estrategias de reducción a cero COVID de Beijing.
A más de 20 millones de residentes de Shanghái se les ha prohibido salir de sus hogares durante tres semanas como parte de las medidas para contener el brote, dejando a muchos lidiando por conseguir alimentos y atención médica.
También han circulado ampliamente por Internet historias de muertes ocurridas como resultado de las estrictas medidas de restricción, más que por el propio virus.
Un destacado economista chino, Larry Hsien Ping Lang, dijo el 11 de abril que perdió a su madre porque el hospital exigió que su madre de 98 años, que padecía insuficiencia renal, obtuviera un resultado negativo antes de ser enviada a la sala de urgencias. Su madre acabó muriendo durante la espera de los resultados de la prueba.
Lang, que estaba encerrado en su casa, no tuvo la oportunidad de despedirse, ya que tardó demasiado en obtener el permiso para salir de su comunidad de vecinos.
El mes pasado, una enfermera de Shanghai murió de asma luego de que se le negara el acceso al hospital en el que trabajaba, ya que la sala de emergencias estaba cerrada por desinfección de acuerdo con las medidas de COVID-19.
A pesar de las crecientes quejas y el escepticismo, hay pocas señales de que el régimen chino vaya a relajar su enfoque de mano dura ante la pandemia. Shanghai comenzó una nueva ronda de pruebas masivas el lunes.
En todo el país, alrededor de 373 millones de personas están bajo cierre parcial o total, estimaron analistas del banco japonés Nomura.
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