Nueva «revolución cultural» de Beijing amenaza a la civilización occidental: comisionado de EE.UU.

Por FRANK FANG Y JAN JEKIELEK
05 de mayo de 2021 2:24 PM Actualizado: 05 de mayo de 2021 2:24 PM

El régimen comunista de China está llevando a cabo otra «Revolución Cultural» y esta vez tiene implicaciones mundiales, dijo Nury Turkel, comisionado de la Comisión de Libertad Religiosa Internacional de Estados Unidos (USCIRF).

«Lo que está sucediendo en China hoy, con respecto a las minorías étnicas religiosas, con este ambiente represivo… es literalmente una Revolución Cultural con esteroides», dijo Turkel en una entrevista reciente en el programa “American Thought Leaders” (Líderes del Pensamiento Estadounidense) de The Epoch Times.

Turkel no es ajeno a la Revolución Cultural: nació en un campo de reeducación donde su madre fue encarcelada en el apogeo de dicha campaña. La Revolución Cultural comenzó en 1966, duró diez años, destruyó el patrimonio cultural y tradiciones de China y resultó en la muerte de millones de personas.

«Lo que está ocurriendo con las minorías étnicas religiosas en China, ya no se trata de sus derechos humanos, de su libertad religiosa, sino de nosotros como sociedad libre», dijo Turkel y agregó que la represión se está volviendo una nueva normalidad en el mundo y eso creará problemas mucho mayores para todos.

Las víctimas de las continuas violaciones por parte del régimen chino a los derechos humanos incluyen ahora a practicantes de Falun Gong, católicos, cristianos, minorías musulmanas y tibetanos. En la región de Xinjiang, en el extremo occidental de China, que alberga a unos 11 millones de uigures, al menos 1 millón de uigures, kazajos y kirguises han sido detenidos en campos de internamiento para su adoctrinamiento político.

En enero, el exsecretario de Estado Mike Pompeo declaró que el Partido Comunista Chino (PCCh) ha cometido «genocidio» y «crímenes de lesa humanidad» contra los uigures y otras minorías en Xinjiang.

Guerra contra la fe

Turkel dijo que el régimen chino ha estado alimentando una guerra contra la fe y explicó que son las ideologías del PCCh las que están impulsando sus ataques contra las religiones.

«Creer en cualquier religión o tener vida espiritual se considera una amenaza potencial o un signo de deslealtad», dijo Turkel. «Entonces, en lugar de adorar a Dios, cuando vas a los lugares de culto, adoras a Xi Jinping, estudias el pensamiento de Xi Jinping«.

Bajo el actual líder del PCCh, Xi Jinping, las autoridades chinas demolieron iglesias, quitaron cruces, arrestaron a pastores y pidieron que se coloquen carteles de Xi para reemplazar a Jesucristo y la Virgen María.

“Están participando en la reingeniería humana con una terminología que usan ampliamente: transformación de pensamiento, lo que quiere decir que están limpiando la creencia religiosa de la mente de las personas, o [de] sus almas, y reemplazándola con el comunismo, y el pensamiento de Xi Jinping”, agregó Turkel.

Turkel dijo que las palabras de Pompeo son «una de las respuestas políticas más importantes del gobierno de Estados Unidos». También acogió con satisfacción las numerosas sanciones de Estados Unidos contra funcionarios y entidades chinas, incluidas las sanciones contra Chen Quanguo, miembro del poderoso Politburó del PCCh, por su papel en los abusos a los derechos humanos en Xinjiang.

Turkel dijo que la extracción de órganos de presos de conciencia, por cuenta del régimen chino, es algo muy difícil de transmitir debido al grado de crueldad que involucra dicha actividad.

“Este es uno de los casos en los que no puedo encontrar una palabra adecuada para expresar cuán indignante, cuán inhumano es esto, que el gobierno chino [esté] utilizando los órganos de los presos de conciencia con fines de lucro”, dijo Turkel.

El comisionado recordó un vídeo promocional de un hospital, en Beijing, que promocionaba su servicio de trasplante de órganos. El vídeo mostraba a personas hablando en árabe. Se preguntó de dónde sacaba los órganos el hospital.

China es uno de los principales destinos del turismo de trasplantes, y Beijing ha promovido en los periódicos estadounidenses su narrativa: que ha dejado de obtener órganos de presos ejecutados desde 2015 y que los órganos proceden de donaciones voluntarias.

Sin embargo, la afirmación de Beijing fue refutada por un informe de 2019, de un tribunal independiente con sede en Londres. El informe concluyó, después de una investigación de un año, que la práctica de sustracción forzada de órganos estaba ocurriendo a una «escala significativa» en China, siendo los practicantes de Falun Gong la principal fuente de los órganos.

Turkel aplaudió la legislación, recientemente introducida en ambas cámaras del Congreso, que busca que se rindan cuentas por la sustracción de órganos en China. Si se promulga, el proyecto de ley le permitiría al gobierno de EE.UU. imponer sanciones a las personas y a los funcionarios gubernamentales responsables del tráfico de órganos o de la sustracción de órganos.

Vigilancia

Turkel dijo que la comunidad internacional debe darse cuenta de que el PCCh es «una amenaza para la civilización occidental». En cuanto a los legisladores de todo el mundo, deben comprender la amenaza que representa Beijing para que puedan formular adecuadamente sus políticas exteriores.

“Si no reconoce el peligro que representa el PCCh para la estabilidad de los derechos civiles, los derechos humanos y la libertad religiosa en todo el mundo, no podrá formular una política exterior eficaz para enfrentar la amenaza que encarna el PCCh”, dijo Turkel.

Turkel dijo, además, que es preocupante que China exporte su «sistema de vigilancia draconiano» a otros países.

Sheena Greitens, profesora asociada de la Escuela de Asuntos Públicos Lyndon B. Johnson de la Universidad de Texas en Austin, dijo en una audiencia de la USCIRF, en julio del año pasado, que China había exportado plataformas de tecnología de vigilancia a 80 países de todo el mundo, según su investigación.

La mayoría de estos países (pdf) estaban ubicados en América del Sur, África, Medio Oriente y Asia, según Greitens. El número de países ha aumentado drásticamente desde 2014, cuando unos 20 países ya estaban usando la tecnología de vigilancia china.

“Imagínese que la forma china de vigilar a su propia población se convierta en [una] nueva normalidad. ¿Qué significa eso para la democracia? ¿Qué significa para las libertades civiles? ¿Qué significa para la libertad religiosa en todo el mundo?» dijo Turkel.

Turkel comparó al PCCh con la Stasi, la infame policía secreta de Alemania Oriental.

«Cuando se habla de la vigilancia [de China], esta es la Stasi de Alemania Oriental con inteligencia artificial [y] capacidades policiales preventivas», dijo Turkel.

Turkel añadió: «Si no se toma en serio, si no se detiene, esto se convertirá en un problema mucho más grave para las minorías religiosas de todo el mundo que soportan a regímenes opresivos, autoritarios [y] dictaduras que [antes de estas nuevas formas de vigilancia] ya estaban utilizando sus propios medios y herramientas para reprimir».

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